No se rían ni se burlen, si me ven
Llorando. Yo que decía ser una mujer
Sin lágrimas, porque las consideraba
Inútiles y propias de los seres débiles.
Cuando recuerdo lo que fui y ahora soy,
Me auto-desprecio. ¡Que bajo he caído!
Ya no tengo carácter, soy poco menos que
Un guiñapo.
A veces me cohíbo de expresarme, por temor
A caer mal y molestar a los demás.
Camino por las calles con paso cansado, es el
Peso de mi pobre alma, llena de dolor y frustración.
Me aferro a la esperanza como única solución.
Pido comprensión, si no puedo fingir alegría, si
Las cosas materiales no me contentan, ni llena mi
Espíritu.
Solo deseo un poco de amor, que llene este vació,
Tan hondo como el fondo de un volcán, ahora con
Las llamas apagadas.
Me ciento tan desvalida, como un niño abandonado.
‘Podrá mi viejo corazón soportar tanta pena?
¿De dónde vendrá ese rayo de luz que encienda de
Nuevo mi espíritu y me dé la capacidad de volver a
Soñar?
Cuando leo mis viejos poemas, creo que otra los
Escribió, la firme, segura de sí misma, capaz de
Enfrentarse a cualquier batalla, con la certeza de ganar.
¿Tendré el valor de hacerlo de nuevo?
Sé que Dios me ama, a pesar de mis pecados y defectos,
Pero mi tristeza es tan grande, que a veces ni esa certeza
Me llena, me fortalece el alma.
Necesito mucho de ti, mi Dios, dame de tu espíritu,
¡Levántame de nuevo!
A ver si recupero el ánimo perdido, la conformidad ante
Las duras pruebas, aquella sonrisa de triunfo que me caracterizaba
Y que muchos admiraban.
Devuélveme la energía, los deseos de vivir y crear, de luchar y
Vencer ante cualquier dificultad.
Madrid, 28 de mayo de 2009
01 junio 2009
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