16 junio 2009

DIOS PREMIA LAS BUENAS ACCIONES

En el Teatro Cuba, situado en la calle Enramadas esquina a San Pedro, estaban proyectando una película, que por lo larga de la cola, que doblaba la calle San Félix, debía ser buena y por ende muy taquillera. Además era para todas las edades.

Hice la larga cola con el propósito de entrar en la tanda de las 5.00 p.m. . Estaba sola, pero no quise pedir a nadie que me comprara el tiquete, pues casi siempre eso le molestaba al que estaba largo rato haciendo su correspondiente cola y decía que ya tenía el completo de cuatro tiquet por persona, que era el máximo que vendían en taquilla o alguien gritaba: ¡Descara’o! ¡Haz la cola!.

Ya casi llegando vi a un niño de unos ocho o nueve años, este con la mano abierta mostraba cuarenta centavos y la entrada costaba sesenta centavos, les pedía a los imperturbables ciudadanos, que llegaban a comprar , que le regalaran veinte centavos, para completar la suya y poder disfrutar de la película. Todos se hacían los desentendidos, pero el niño continuaba con su manita extendida y rogando por una peseta.

Pasé frente a él, compré dos tiquet y puse entre su mano una, me quiso dar los cuarenta centavos, no los acepté, le respondí: - Compra con eso caramelos. Me dio las gracias con una amplia sonrisa de satisfacción y entró presuroso a la sala. No lo vi más, subí la escalara de la derecha, ya que siempre me sentaba en la planta alta para poder ver mejor.

Con dificultad me abrí paso por el estrecho pasillo, hasta acostumbrar mis pupilas a la oscuridad. La acomodadora se disculpaba: - La linterna no tiene pilas.

Vi en una hilera de butacas un asiento desocupado, me dirigí a él pidiendo permisos, pues estaba en el medio . Cuando tropezando aún a causa de la oscuridad , sentí que algo pisaban mis pies, me agaché y lo tomé en espera de ver mejor. ¡Era un billete azul de la moneda nacional de 20.00 pesos!

Relato testimonio de Haydée B. Rodríguez Rodríguez

Santiago de Cuba, l7 de febrero de l975

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