08 junio 2009

EL ENIGMA

Estaba recostado al barandal del puente
del río Almendares, mirabas absorto el
paso de la corriente.

Me acerqué muy despacio, no notaste mí
presencia, suspiré, te volteaste, vi. tu sonrisa
triste emerger entre el velo de tus lágrimas.

Una sensación extraña sentí muy dentro de mí,
desde ese momento me enamoré de ti, aprendí
a amarte en silencio, calladamente a mirarme
en tus ojos, siempre cargados de melancolía.

Quise penetrar en lo hondo de tu alma y descifrar
el misterio de tu pena, quise arrancarte en un beso
el por qué de tu obstinado secreto.

Mas fue imposible, tan sutil como un día llegaste a
mi vida, así te fuiste, sin dejar huellas, ni un adiós
siquiera, pero dejando en mi ser el doble dolor de
perderte y a la vez no haberte comprendido.


La Habana,
8 de diciembre de 1975

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