No digas más que el amor hace daño,
daño hace el odio, el rencor, la envidia
y todo mal pensamiento.
Quien te brinde amor puro y sincero,
que no busca otra razón que hacerte feliz,
no puede hacerle mal a nadie.
No es lo mismo la picadura de una abeja,
que la mordedura de una serpiente.
No es igual la espina que te hiere, que la
flor que te brinda su belleza y perfume.
El amor construye, mueve montañas,
el odio divide y destruye.
No huyas nunca del amor, porque cometerás
un grave error.
Ama y haz feliz a los demás y encontrarás
la fórmula para serlo tú también.
Madrid, 27 de mayo de 2009
30 junio 2009
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