¡Qué dulce emoción invade
mi corazón porque sé que
junto a mi Cristo estoy, que me
ama y jamás me abandonará!
¡Qué dulce certeza el saber que
cuando lo llamo Él responde y
nunca me desprecia!
Cuando clamo en mi angustia
Él me escucha, su mano tierna
me consuela y acaricia.
Hoy mi alma reboza amor y
gratitud por mi dulce Jesús,
que siempre conmigo está.
Santiago de Cuba
septiembre 15 de 1996
04 octubre 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario