La lluvia cae inclemente en finas gotas
Sobre los techos de tejas rojas en el
Crepúsculo de esta tarde otoñal.
Mi alma está invadida de una dulce
Melancolía, añoro contemplar los verdes
Prados, sentir sobre mi rostro el ardiente
Sol de mi patria.
Escuchar los pregones callejeros, el inconfundible
Hablar del cubano, el olor de las flores y las frutas,
Subir y bajar sus empinadas calles, escalinatas,
Sentarme en un parque bajo un árbol repleto de
Alegres gorriones.
Abrazar mi ciudad desde la más empinada cumbre,
Y desde allí observar su pintoresca belleza, recrear
Mis recuerdos en las tarjas y monumentos y poder
Honrar la memoria de tantos héroes.
Sobre todo extraño el fervor que hacía latir mi pecho
Al ver mi bandera tricolor, escuchar las notas de nuestro
Himno nacional con respeto y reverencia, pero mucho
Más anhelo ver las altivas palmas reales, las imponentes
Montañas que me recuerdan tanta historia, heroísmo de
Grandes hazañas y proezas.
Mi mente vuela a tantos kilómetros y se pasea por el
Parque Céspedes, que tantas veces pisé con amor y veneración,
El centro de mi amada ciudad, veo las edificaciones de más
Puro arte colonial, las enrejadas ventanas y balcones, la
Iglesia de la Catedral, el Palacio Municipal, El Hotel Casa
Granda, el Club San Carlos, Aponte, la casa de Diego Velásquez
En una esquina La Casa del te más allá el Teatro Cuba, la más amplia
Zona comercial en la calle Enramadas el Parque Serrano, el Bulevar
De Dolores la Plaza de Marte la amplia avenida Garzón, la Carretera Central
Empinándose hasta Quintero pasando por la Avenida de Las Américas hasta
Salir a ,el parque de Ferreiro., para observar la parte más hermosa de la
Ciudad: Vista Alegre.
Vuelvo a mi tibio hogar, donde atesoro los más grandes recuerdos,
Toda una vida condensada allí, entre libros, fotos y viejos papeles.
Esa es mi vida y no la podré olvidar jamás.
Madrid,
28 de octubre de 2008
02 octubre 2009
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