25 de mayo de 1968
Se apagaba la vida de mi padre, mi dulce inspiración, mi amigo más fiel.
Cuando vi que exhalabas el último suspiro, con todo mi amor te cerré los ojos, tus ojos, los míos, los míos, fue la más hermosa herencia genética que me dejaste: tus ojos azules, entre otras muchas cosas, te agradezco tus consejos, los que nunca desdeñé, tu carácter fuerte e impetuoso, todo lo que haz hecho por tus hijos y nietos, aún después de muerto. El amor a la familia, tu dedicación y respeto.
Papá, cuando el mundo parecía derrumbarse delante de mí con tu partida, había pedido fuerzas a Dios, para estar a tu lado hasta el último momento sin flaquear, ni que se debilitara mi alma. Oré, pronuncié con firmeza el Salmo 23 y di gracias al Creador por el padre que me dio por más de 35 años, que formó una familia unida, amante y dedicada al trabajo honrado y constructivo.
Fuiste un fiel esposo, gran amigo, solidario, despojado de prejuicios, orgullo o vanidad.
Mi padre, así de sencillo, lo recuerdo y lo recordaré todo lo que me quede por vivir, porque cada día lo tengo muy presente en mis pensamientos, proyectos y esperanzas y si algún día brillo entre muchos, se lo deberé a su gran inspiración, lo que él me enseñó: “Escribe todo lo que sientes, lo que guardas en tu corazón, tus mejores pensamientos”
A: Saturnino Rodríguez Domínguez ( 11 de febrero de l904 - 25 de mayo de l968)
de su hija: Haydée Beatriz Rodríguez Rodríguez
25 de mayo de 2009
Se apagaba la vida de mi padre, mi dulce inspiración, mi amigo más fiel.
Cuando vi que exhalabas el último suspiro, con todo mi amor te cerré los ojos, tus ojos, los míos, los míos, fue la más hermosa herencia genética que me dejaste: tus ojos azules, entre otras muchas cosas, te agradezco tus consejos, los que nunca desdeñé, tu carácter fuerte e impetuoso, todo lo que haz hecho por tus hijos y nietos, aún después de muerto. El amor a la familia, tu dedicación y respeto.
Papá, cuando el mundo parecía derrumbarse delante de mí con tu partida, había pedido fuerzas a Dios, para estar a tu lado hasta el último momento sin flaquear, ni que se debilitara mi alma. Oré, pronuncié con firmeza el Salmo 23 y di gracias al Creador por el padre que me dio por más de 35 años, que formó una familia unida, amante y dedicada al trabajo honrado y constructivo.
Fuiste un fiel esposo, gran amigo, solidario, despojado de prejuicios, orgullo o vanidad.
Mi padre, así de sencillo, lo recuerdo y lo recordaré todo lo que me quede por vivir, porque cada día lo tengo muy presente en mis pensamientos, proyectos y esperanzas y si algún día brillo entre muchos, se lo deberé a su gran inspiración, lo que él me enseñó: “Escribe todo lo que sientes, lo que guardas en tu corazón, tus mejores pensamientos”
A: Saturnino Rodríguez Domínguez ( 11 de febrero de l904 - 25 de mayo de l968)
de su hija: Haydée Beatriz Rodríguez Rodríguez
25 de mayo de 2009
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