El dolor de lo imposible se ha
clavado en mi corazón sin piedad.
¿Sería que soñaba que aún podía existir
el amor?
¡Pobrete mí que una vez más quise
robarle a la vida una brizna de felicidad!
Me digo en mi infinita tristeza: ¡Despierta
ser soñador de quimeras imposibles!
Como un náufrago perdido en el inmenso
mar, tal vez una ola me arroje a una apacible
playa, donde encuentre paz y tranquilidad.
28 mayo 2009
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