Desde el martes pasado la noticia ocupa los primeros planos de la prensa mundial, Haití esa pequeña nación caribeña, unida por tierra con la república dominicana, azotada por varios huracanes, ahora sufre el terremoto más devastador de su historia, de 7 grados. Según un profesor de geofísica británico el seísmo ha sido 35 veces más destructor de la bomba atómica arrojada sobre la ciudad de Hiroshima en Japón.
Se calcula que un tercio de su población ha sido afectada y que el número de fallecidos supera los 50,000, más lo que aún se encuentran desaparecidos.
Este pequeño país de América en que se considera que el 80 % de su población de 9 millones de habitantes, vive en la pobreza, con casi un 48 % de analfabetos, miles de enfermos de sida y otras dolencias producidas por la insalubridad y la mala alimentación, la falta de recursos financieros, una infraestructura económica que les permita salir del subdesarrollo.
La ayuda de las naciones llega con lentitud a la capital, Puerto Príncipe, dada las condiciones de la pista de aterrizaje, la torre de control sigue inoperante, El caos reina por doquier, los gritos de los atrapados entre los escombros no cesa, los heridos en plena calle reclaman auxilio. Dolor, hambre, desesperación, sufrimiento supremo por la pérdida de muchos de sus seres más queridos, la destrucción de su pobres hogares, la miseria una vez más se enseñorea de esta nación que un día fue ejemplo para el mundo libre, el primer país de la zona en abolir la esclavitud en el año 1794 y la segunda nación del continente americano en independizarse del yugo francés en 1804.
La corrupción de los malos gobiernos desde entonces, con seguidas dictaduras ha sumido al país en la miseria y la anarquía. En la actualidad tenía cierta estabilidad, después de la intervención de Las Naciones Unidas y el arribo al poder de René Preval, pero la naturaleza se ha cebado en esta pequeña nación, considerada una de las más pobres del mundo.
Observando las dantescas imágenes que nos llegan desde el lugar del siniestro, nos sentimos profundamente conmovidos y pensamos:- La oscura noche es negra, la miseria es negra, la maldad es negra, como los malos sentimientos, todo lo negativo es negro, según las apreciaciones, vemos con consternación en las imágenes que todos los muertos tirados en las calles son negros, los heridos son negros. Sabemos que entre los fallecidos y desaparecidos los hay de otros colores y razas, pero la mayoría pertenece a estos pobres infelices, los más desposeídos, los de peores condiciones de vida, los hogares más precarios, los que han sufrido por siglos la discriminación y los abusos de poder de las continuadas dictaduras.
Ahora la sensibilidad mundial pide apoyo para paliar en algo tanto sufrimiento y desolación, muchas artistas han dado su aporte, organizaciones humanitarias, los gobiernos de varios países, incluyendo a España, se han habilitado teléfonos para recabar fondos, todo es poco frente a la magnitud del desastre.
Como cubana admiro a la delegación de médicos y personal de la salud de mi país que sé que están aportando su mayor esfuerzo en muy difíciles condiciones, con un gran sentido de humanismo y la solidaridad que siempre los ha caracterizado.
Ante este drama, elevamos una oración por los víctimas fatales, y por los que aún viven, porque la solidaridad se multiplique entre los seres humanos, hasta con el más pequeño donativo, todo es poco para lograr la reconstrucción de todo lo destruido y que algún día los pobres de esa tierra puedan volver a sonreír y saber que en el corazón de
Millones de personas, sentimos su dolor y deseamos la más pronta recuperación.
Madrid, 15 de enero de 2010
17 enero 2010
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