Estampa santiaguera
Conocí a Yamisel, una linda mulatita, de ojos rasgados y cuerpo escultural de unos 16 años de edad.
Alguien le dijo que yo sabía llenar muy bien las planillas que se deben presentar en Inmigración y Extranjería, ya que pensaba viajar al extranjero.
Se apareció en mi casa una tarde, estaba apurada, debía presentarlas al día siguiente.
Saqué mi vieja, pero eficiente máquina de escribir Óptima alemana de los años 60,
mientras le pedía datos para el llenado de las planillas, ella como es proverbial en el cubano me contaba “Su vida y milagros”.
Supe que vivía en una habitación de una casa multifamiliar de altos, en la calle Heredia (residencias que fueron de huéspedes, hoy convertidas en cuarterías) con sus padres y hermanos.
Con un mohín gracioso y rostro siempre sonriente detallaba como había conocido a un español “de casualidad” cuando se encontraba cerca del Hotel Melía Santiago con unos amigos y este los invitó a la cafetería, después se fueron a bailar, “Simpatizaron” por la mañana la llevó a su casa en un turistaxi. Que fue muy atento. ¡Como le regaló cosas! Todos los días la llevaba a un shopping. Que aunque la policía la hostigaba, él le llevó con un papel de Inmigración, que debe pagar, para que no la molestaran más a una casa de alquiler y allí pasó unos días ¡maravillosos!
Se fue a despedirlo a La Habana, conoció los mejores hoteles y playas, el “tipo” estaba podrió en fulas.
Le prometió regresar muy pronto. Cumplió su palabra y en menos de un mes volvió para casarse.
No era que le gustase mucho, pero…¿Dónde iba a encontrar algo mejor? Extrajo una foto de la cartera. Exclamé:- No está mal y es bastante joven, digo al parecer.
Si, me respondió ella, tiene 40 años, pero se conserva muy bien, en todos los sentidos, lo dijo con su inseparable y pícara sonrisa.
-Nos vamos a vivir en su casa de la playa de Benidor.
¡ Muchacha! Esa es una playa de lujo, de las mejores de España , ¡Que suerte haz tenido! Volví a expresar.
Salió tan agradecida por mi eficiente servicio, que me invitó a su boda, primero en la Consultaría Jurídica Internacional y después en la Iglesia de Santa Lucía. El brindis sería también en el Hotel Melía Santiago, por todo lo alto, para eso le había traído elegantes y muy modernos vestidos y zapatos, para ella y su familia más allegados.
Me disculpé, no podría ir a tan fastuosa ceremonia, no contaba a mi parecer con el vestuario adecuado a la misma., además suponía que los invitados no estaban acorde con mi forma de ser y actuar.
Pasaron unos meses, un día caminando por la calle Heredia, me encontré con la amiga que la había llevado a mi casa. A modo de saludo me dijo:- ¡Oye! ¡Ve a ver a Yamisel, vino de España con su bebé recién nacido!
Por curiosidad, quise conocer al niño, subí las desvencijadas escaleras de madera y preguntando, di con la habitación de la familia.
Allí me recibió la joven, tan sonriente como siempre, el pequeño dormía plácidamente en un bello coche. Al observarlo me di cuenta de lo sucedido, era negrito, de ordinarias facciones y con los cabellos rizados.
Por cortesía le dije:- ¡Qué hermoso es! Mientras… mil ideas pasaban por mi cabeza.¿Como es posible? No lo puedo creer. ¿Un español y una mulata adelantada dar eso?.
Sin preámbulos me contó que Sebastián, estaba como loco con la idea de ser padre, que le había adornado una habitación con todo el lujo posible y muchos juguetes, que hasta le pagó un pasaje a su madre para que la asistiera a la hora del alumbramiento, pero que al nacer y verlo, sin pérdida de tiempo, le recogió sus cosas, le sacó un pasaje a ambas y las montó en un avión de regreso a su ciudad natal, con la advertencia, que jamás quería saber de su vida.
Yo conmovida expresé:- ¡Criatura! ¿Qué te pasó?
-Nada tía, mi negro no me perdía ni pie ni pisada, yo no pensé, no previne lo que me iba a suceder, calcule mal, fallé el tiro . Con un guiño malicioso concluyó:- ¡Ya vendrá otro!
Santiago de Cuba,
20 de febrero de 2005
04 enero 2010
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