A mi tía paterna (Solita.)
Soledad Rodríguez Domínguez
por ser una de las mujeres más bellas y sensual
que he conocido.
Mi tía abuela es una de esas personas que hasta llorando se ven bonitas, además de ser muy fina, delicada,
posee un carácter extremadamente dulce y sensible. Ama profundamente la
naturaleza, los árboles, las plantas ornamentales, flores, los animales
domésticos y las aves en general. Se
queda extasiada en su contemplación y hasta habla con ellas. Por supuesto: Es
romántica, gusta de la buena música, los poemas y las obras de arte.
Cuida con esmero su presencia y jamás sale de su habitación sin arreglarse y maquillarse
discretamente, usar un suave
perfume, mantener sus cabellos
bien peinados y vestirse y
calzarse adecuadamente según la temporada.
Con estas características, mi tía Maribella es como es de
suponer, desde muy joven, tenía un ruedo de enamorados a su alrededor, a los
cuales ella ni decía sí ni no. En su innata coquetería los mantenía distantes
con la mejor de sus sonrisas hasta lograr alcanzar el hombre de sus sueños.
Algunos se disputaban su amor de las formas más
increíbles, enviándole encendidas cartas y poemas, exaltando su belleza y
distinción, hermosos ramos de flores, los más exquisitos perfumes y hasta un
enorme cake en forma de corazón para uno de sus cumpleaños, con un poema de
José Ángel Buesa, donde le declaraba su amor. Otros le ofrecían bellas serenatas
a la luz de la luna y también del día como lo hizo un despechado pretendiente,
el cual al no poder lograr sus propósitos de conquistarla, se trepó de un
árbol frente a su casa, a eso de las
3.00 de la tarde y acomodándose de manera que pudiese tocar su guitarra,
comenzó a interpretarle un repertorio de canciones tan hirientes como: -
“Bájate de esa nube” “Traicionera” entre otras, pero el joven se puso fatal y
comenzó a caer un fuerte aguacero,
acompañado de rayos y truenos y de
pronto… uno muy cerca, que estremeció todo el contorno, haciendo que perdiera
el equilibrio el desafortunado trovador, quien descendió estrepitosamente desde
la altura sobre la guitarra, haciéndola añicos.
Mojado y adolorido se marchó y fue tan grande el bochorno
que debió sentir, al convertirse en la burla de todo el exclusivo reparto Vista
Alegre, que días después desapareció y hasta la fecha nadie sabe qué rumbo
tomó.
Un día mi tía se
encontraba en la finca de sus abuelos en El Rodeo, caserío cercano al pueblo de El Caney y
como era época de la cosecha de mangos, muchos visitaban la “La
Dolorita” en busca de la deliciosa fruta. Era domingo y Maribella vestía
una blusa roja escotada, con una falda larga y estrecha, con los negros y ondulados cabellos sueltos sobre
sus blancos hombros, resaltaba el azul
purísimo de sus ojos. Estaba sentada
en uno de los balances del amplio
corredor cubierto de enredaderas multicolores de la residencia. Entre sus
manos una rosa escogida del hermoso y bien cuidado jardín de frente. Extasiada
aspiraba el suave perfume.
¡De pronto parqueo frente a la casa un auto negro de
líneas modernas! De él se bajaron varias personas, entre ellas un joven
trigueño, alto, de muy buena presencia, ella quedó como hechizada al
contemplar tan hermosa estampa varonil.
Se paró enseguida, ofreciéndoles una de sus más cautivadoras sonrisas,
invitándoles a sentarse, mientras fijaba sus ojos en el joven en particular.
Éste no se dio por entendido y admiraba
el exuberante paisaje de las verdes montañas del macizo de la Gran Piedra.
Del interior salió su tío Pepe, ellos se dieron a conocer,
la madre orgullosa les presentó en
primer lugar a su hijo:- El doctor Luis Roberto Villa Vigo, médico de la “Clínica Los Ángeles” graduado
de cirujano en la Universidad de La Habana.
Maribella no perdía detalle, como si fuese una grabadora,
fijaba cada palabra e interiormente se decía:- ¡Cómo me gusta este hombre!- ¡Lo
conquisto o dejo de llamarme Maribella!- Mientras… lo devoraba con los ojos.
Pepe muy atento mandó a preparar café. Maribella apuraba a
la cocinera para que lo hiciera lo más rápido posible. Entretanto sacaba una
bandeja de la vitrina y un juego de café
de fina porcelana, regalo que le habían hecho a su abuela el día de las
madres. Ella misma se ofreció a llevarlo. Al presentarse ante la visita, posó
sus ojos de nuevo en el apuesto joven y pudo observar que éste la miraba, fue tanta su turbación y
rubor, que cuando el joven alargó su mano para tomar la taza y rozó una de sus
suyas, que la bandeja cayó al suelo. La pena fue tan grande, que salió
corriendo y se encerró en una habitación llorando.
Cuando la visita se
hubo marchado, no sin antes recibir las disculpas de la familia por la
torpeza de la jovencita y una caja de
hermosos mangos de bizcochuelos como regalo, todos salieron a buscar a Maribella, quien seguía llorando avergonzada y
se decía para sí:-¿Qué hago ahora? ¿Qué pensara
el joven de mí? -Dirá que soy una
chiquilla, ¡Ay! ¡Tantos deseos que tengo de volver a verlo!
Con los días se fue
esfumando la pena y Maribella hacía planes para tener un nuevo encuentro con el
joven galeno, a punto de desear enfermarse, para ver si la llevaban a la Clínica “Los .Ángeles” y así tener una nueva
oportunidad de encontrarse
con él, pero ni catarro le daba y
además por lo que había escuchado en la conversación de aquel domingo, Luis
Roberto era cirujano. Pensaba: -Si me diera un ataque apendicular…-sacudía la
cabeza-¡Qué loca soy-Tengo que encontrar otra forma de verlo, si no me muero.
Sentía que el corazón le latía muy de prisa de solo pensar en estar muy cerca
de él. Estaba segura que era un amor a primera vista y cada día lo deseaba más
y más, su imagen no se apartaba ni un
momento de su mente, aunque éste era un amor secreto, a nadie le había dicho
nada y seguía esperando a ver qué sucedía.
Felizmente su tía Niní estaba esperando el nacimiento de su primer bebé y por supuesto, como todos los de la familia nacería en la clínica “Los Ángeles, pues además de ser socios, varios de sus médicos eran de la familia, como el doctor López Rosa y López Batllori y otros muy amigos de ésta. ¡Qué mejor oportunidad! Como tía
Maribella era tan dulce y cariñosa ¡A quién le iba a
extrañar que deseara cuidarlos! ¡Le gustaban tanto los niños!
Por fin llegó el día tan esperado, Maribella atendía al recién nacido y a la madre muy amorosamente ya que valiéndose de todos los medios habidos y por haber, logró averiguar el día que el médico estaría de guardia y fue la noche este día que se brindó para cuidar a su tía y al niño. Durante la noche, de vez en cuando hacía un recorrido por los largos pasillos para ver si coincidían, esto se repitió varias veces, pero en la ocasión que se encontraron el joven parecía no acordarse de ella, por lo que pasaba y volvía a pasar por delante de él y no parecía percatarse de su presencia. ¿Qué hacer? ¿Cómo conquistarlo? ¡De qué medios se valdría para que se enamorara de ella?
En estos 50 años se le ha escuchado esta historia contada por ella varias veces, en la que enfatizaba sobre la perseverancia, lo delicada que debe ser la mujer, jamás debe usar un vocabulario vulgar, ni expresar una mala palabra, ni una grosería, tampoco mostrarse impúdica, sino más bien recatada, que por eso ahora duran tan poco los matrimonios, porque se casan sin ilusión y sin una base firme y al primer problema lo que hacen es presentar la demanda de divorcio. Ella ha mantenido su unión tantos años, por el tacto empleado en las diversas situaciones y les recomienda entre otros consejos, no pelearle al marido cuando llega del trabajo, ser cariñosa y amable, interesarse por sus problemas, tener siempre una frase de aliento y comprensión. La mujer debe ser para el hombre, su amante, su mejor amiga y hasta un poco madre. Esto hará de ella una mujer imprescindible e insustituible.
Nunca había manifestado cual fue la treta utilizada para conquistarlo. Esa tarde de mayo, como siempre, su casa estaba perfumada por las rosas y jazmines en la dulce quietud del hogar.
Mi tía se complace en contar anécdotas de su pasado, lo feliz que ha sido con su esposo, hijos y nietos, a pesar de las grandes dificultades del presente, que ella ni Luis Roberto conservan la lozanía de la juventud, pero que el amor los ha mantenido unidos antes las dificultades de la vida, las veces que se han tenido que separar en el cumplimiento de misiones por su trabajo y sonríe con picardía recordando aquellos tiempos y nos dice:-¡Si ustedes supieran cómo logré que Luis Roberto se fijara en mí…! - ¡Cuéntalo tía! ¡Vamos! ¡Cómo se enamoró de ti!-Insistimos todas, pues suponíamos que algo muy interesante y lindo debía de haber ocurrido después de 6 meses de conocerse y que él no se fijara en ella, como tanto lo deseaba.
Pues miren, lo piensa un poco y tal parece que desea reorganizar sus pensamientos y continúa. Como les he contado otras veces no había enfermo, operado o parida que yo no fuera a cuidar y nada… Luis Roberto se me hacía cada día más difícil, a pesar que le vendía “Lista” por todos los pasillos en que me lo encontraba, hasta cuando coincidíamos en el ascensor, bajando por el jardín hacía la calle. ¡Nada!
Me vestía la moda de aquellos tiempos, vestidos de corte princesa ajustados y provocativos, pero él seguía indiferente. Hasta llegué a pensar: -¿No será que tiene otra mujer, tal vez una novia para casarse? Este pensamiento me torturaba y hacía sufrir y los celos me mataban. ¿Sería posible tanta desventura? En mis noches de insomnio lloraba abrazada a la almohada.
Un día se me ocurrió una idea.- Iría directamente a su consulta y me
presentaría como si estuviese enferma,
él tendría que atenderme y… ¿Qué inventaría? Me pasé varios días inventando cómo fingir un
dolor, hasta que me vino a la mente algo nunca imaginado, me dije:- ¡Mano a la
obra! En esa ocasión me vestí con esmero, con la ropa que mejor me quedaba, me
miré varias veces al espejo, de frente, de lado, de espaldas, con el busto
erguido. No estaba mal, el color amarillo tierno del vestido sentaba bien a mi piel, este era de dos piezas y saya
muy ajustada. Me maquillé discretamente como una enferma al fin y al cabo. Usé mi perfume favorito Nostalgia de Dorothy Gray, el cual solo se vendía como exclusivo en la tienda El Encanto, el
que era muy suave, como el olor de las madreselvas.
Al llegar a la consulta, éste me preguntó muy
amablemente qué era lo que me sentía. El
rubor cubrió mis mejillas._ Ël insistió, yo
apenada, solo conseguía balbucir
palabras incoherentes, mientras lo miraba insistentemente, con una
angustia que llegó a conmoverlo, Me
trató con dulzura: - ¿A ver qué tienes linda? _ Doctor… me da mucha
pena…yo…_ ¡Pero criatura! ¿Si no me dices lo que te pasa, cómo lo voy a saber?
_ Bajé la cabeza roja como la grana._ Él
me tomó por la barbilla y la levanto. _¡Vamos dime, no tengas pena,
mírame como un médico! _ ¿Qué es lo que te pasa?_ No me atrevía a seguir
aquella inverosímil farsa, pero ya estaba allí
y tenía que seguir a ver qué
sucedía. Era mi último recurso. Estaba frente a él, tan ceca, que percibía su
perfume, su respiración y me daban deseos de arrojarme a sus brazos y
expresarle cuánto lo amaba, pero… ¿Qué
iba a pensar de mí? Nunca lo hubiese hecho, yo era una muchacha decente y de
buena familia. ¿Cómo cometer esa locura?
Estaba a punto de echarme a llorar, respiré hondo y muy compungida y
temblorosa le dije: - Mire doctor lo que a mí me pasa… otra pausa y otro largo
suspiro. _¡Vamos chica, no me impacientes más! _ Dime: _¿Dónde te duele?__
¿Dolerme? ¡Nada!_¿ Cómo que nada?_ ¿A qué has venido a mi consulta?
_Comprendiendo que se iba a molestar si seguía titubeando, resueltamente me
abrí el zipper de la saya y… bajé, bajé hasta que le pude con mucha vergüenza
mostrar mi ombligo. - Él lo miró fijamente y comenzó a palparme el vientre - Yo
erizada de pies a cabeza, me quejaba lastimosamente–Él me preguntaba:
¿Te duele aquí? -No
doctor, no me duele nada, es… mire ese lunarcito que tengo en el ombligo, tengo mucho miedo
que se me convierta en una verruga… ¡Se dicen tantas cosas de ellos y sus consecuencias!_ lo dije
rápidamente, como para salir del paso lo
antes posible. Él se quedó como embrujado al observar el pequeño y bien
colocado lunar.
¿Qué pasó después? _A partir de ese momento cambió su
actitud para conmigo, me miraba como arrobado
y no quitaba los ojos del lunar. Después tomo una de mis frías y sudorosas
manos entre las suyas y me dio una explicación científica de lo que eran los
lunares y las verrugas, no debía temer nada, que no ofrecía ningún peligro.
Me miraba con tanta ternura, que al pararme del asiento,
efusiva y con los ojos nublados por la emoción, le di un beso en la mejilla y
noté que se estremeció, le di las gracias repetidas veces y él me miraba, me miraba y…¡De qué forma!_ Al despedirme me dijo
que deseaba volver a verme . ¡Yo loca de
contenta! – Melosa y con un mohín le dije. ¿Cuándo vuelvo a su consulta? Mañana
por la noche estoy de guardia. –
Ahora era é el que me rogaba ¿Vas a
venir? ¡Por favor no dejes de hacerlo!
Se imaginan cómo salí de allí, me daban deseos de gritar y
de bailar. Me había dado resultado mi embuste.
Para poder verlo, debí
mentir a mis padres, les decía que iba
repasar una asignatura en la cual
estaba floja, con una compañera de estudios, ya que las matemáticas no me
gustaban, sacaba buenas notas en todo lo que era literatura, pero… los números…
Desde entonces me
iba a buscar a mí escuela Herbart, que era privada y quedaba muy cerca de la
clínica, todas las tardes, no sentábamos en la Plaza de Marte. - Con poder
mirarlo y que me tomara las manos, que me dijera que me amaba, me conformaba.
Así surgió un amor apasionado, maravilloso, algo que me hacía intensamente
feliz.
Finalmente quiso visitar mi casa acompañado de sus padres y pedir formalmente mi mano a los míos. ¡Así era en aquellos tiempos! – Dándome una gran alegría. Al año siguiente me llevó al altar de la Primera Iglesia Bautista. Allí me esperaba nervioso, sus manos no podían estar tranquilas, yo con mi blanco vestido todo de encaje y vuelos de tul, que parecía una espuma, con el ramo de gardenias que es mi flor favorita del brazo de mi orgulloso padre, pisaba emocionada la alfombra roja, mis 6 damas de honor, los niños detrás con las arras, mientras mi primita Letty de 6 años arrojaba delante de nosotros pétalos de rosas. _Ël me recibió emocionado y sonriente, me tomó de la mano. El Pastor Abella después de leernos la Epístola de San Pablo y comprometernos a ser fieles en todo tiempo por los lazos del amor, dándonos el sí quiero, nos dedicó bellas palabras.
Todo
muy hermoso, el banquete, las felicitaciones, besos y abrazos. Nos fuimos esa
misma tarde en avión para La Habana. La luna de miel fue en el Hotel Nacional. Algo inolvidable, por eso cada vez
que volvemos a La Habana nos hospedamos en el.
_. Suspira muy hondo recordando tan feliz acontecimiento
y murmura, hasta hoy nos mantenemos muy
unidos, todavía al verlo llegar me late el corazón ¡Como lo amo! Cuando
escucho entrar la llave en la cerradura
de la puerta… ¡Corro, lo abrazo, beso y acaricio! Como si fuera la primera vez,
él me corresponde con las más bellas palabras _¡Mi novia, mi noviecita adorada!
¡Qué lindo tía! _ Así quisiera que fuera mi amor y el hombre con quién me casara. _ Así debe ser, nunca se casen por salir del paso o por capricho, siempre que sea por amor, eso es lo que hace firme la relación contra todos los avatares de la vida, como lo han sido nuestras abuelas y madres. Y sobre todo mantener la ilusión, el respeto y la compresión.
No nos casamos antes, porque mi familia decía que era muy jovencita, debía terminar el bachillerato y aprender a cocinar, que aunque tuviese sirvientas, una mujer deber saber manejar su casa y de vez en cuando hacer una comida al gusto del esposo. Ahora me he vuelto una experta en la cocina y la repostería, para hacerle los platos que a él le gustan, Eso me hace muy feliz.
_¿Saben una cosa? En todo el tiempo que duró el noviazgo, jamás pudo volver a verme el lunar. Tampoco saben el por qué esta parte de la historia, que siempre me reservé.
_Nos quedamos en ascuas, ¿Por qué tía Maribella?- pues si no hubiese sucedido cincuenta años atrás, me era tal vez imposible conquistar a Luis Roberto .¿No se han fijado en la cantidad de muchachas que ahora andan con esos pantalones y sayas que les llaman pélvicos?_¿A qué hombre le llama la atención entre tantos ombligos que se exhiben por ahí? _Pero en aquellos tiempos las mujeres tenían más pudor y enseñar algo, era una novedad que atraía mucho. Por eso pude logar que se fijara en mí _¿No creen?
Si tía con esa
bella historia nos has dado una gran lección.
Santiago de Cuba, 16 de febrero de 2005
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