Si un día desaparecieras para
siempre por eso que llaman muerte,
yo te seguiría ciegamente a ese
lugar que llaman tumba.
Tu cuerpo y el mío abrazados
tendrían el calor que en vida nos unió.
¡Qué insensatos aquellos que dicen que
al perder el aliento de vida todo se acaba!
Ellos no saben que un gran amor es
inmortal, que más allá en lo desconocido
tu alma y la mía seguirán viviendo por
una eternidad..
Santiago de Cuba
20 de diciembre de 1975
26 septiembre 2009
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