Estampa santiaguera.
Esta pregunta se la hizo el desdichado Anacleto, un simple ciudadano de este país, al recorrer todas las clínicas estomatológicas de la ciudad, después de estar padeciendo un insoportable dolor de muelas por más de una semana, para siempre encontrar la misma respuesta: - “ No haya anestésicos.
Por lo manifestado públicamente, no me queda más remedio que amarrarme a la muela un alambre, ponerle un anzuelo de pescar tiburones, pararme en la cima de una loma, esperar que baje un vehículo a toda velocidad y lanzar el anzuelo, para engancharlo a la defensa trasera y luego agarrarme bien firme de un poste del tendido eléctrico o el teléfono y… ¡Adiós muela!
- ¡Señor! ¿Usted está loco? ¡Como se le ocurre esa barbaridad? – L e escuchó decir a la recepcionista.
-¿ Puedo hacer otra cosa? ¿Hasta cuando voy a soportar este dolor? ¡No aguanto más ¡ Ya no hay calmante que me lo quite, no puedo dormir,¡Y a no resisto máaaaaas ¡Coño!
¡ Me C… hasta en la hora en que nací! Exclamó Anacleto, convencido de que su problema no tenía solución.
¡Espere compañero!, no diga eso, yo voy a tratar de ayudarlo, no se desespere, dijo la joven recepcionista en tono consolador. Sacó varios files y los reviso cuidadosamente, no sin antes atender varias veces el teléfono, preguntar si había llegado la merienda, conversar con una amiga, ir al baño, coger un vaso y rogar a alguien que le trajera agua, pues el bebedero estaba roto. Discutir con un dirigente acerca de que si la guardia se cumplía y no llegaba el relevo, ella se iba, para su casa, que ya estaba bueno de tener que trabajar más de treinta horas y sin pago extra.
El paciente esperaba dolorosamente dándose masajes en la quijada y caminando de un extremo a otro del pasillo.
-Venga compañero. -Al fin escuchó decir a la joven con gesto imperturbable.
-Mire, lo voy a poner con Yolanda, pero hoy no hay agua, por eso no lo puede atender, aunque sea para ponerle una curita y así pueda ser que se le alivie. ¿Entiende? – A ver… mañana tiene terreno… pasado…¡Umm!- Pasado mañana no viene trabajar, su hija
Cumple quince años. El domingo n o se trabaja. El lunes le toca guardia en otro centro, el martes tiene turno por la noche, digo, si hay agua y no se produce un apagón. No deje de venir, ¡Oyó! , El martes! –Ella es la doctora que atiende las urgencias, ¿Comprende?. Pero, espere un momento. ¡Usted no es de esta área de salud! ¡por qué no fue a su Policlínico? Aquí no se le puede atender, su tarjeta no pertenece a esta clínica, ni usted vive en esta área.
Anacleto fuera de sí exclamó a todo pulmón:- ¡Mal rayo me parta!¿ No le he dicho que ya caminé por todas las clínicas estomatológicas y en ninguna hay anestesia?
La joven con gesto compadecido le responde:- Lo siento, pero yo no puedo hacer nada. Le aconsejo que vuelva a su área de salud, allí lo pueden orientar, porque… yo…
El atribulado doliente salió echando pestes de todos los colores, por lo que la joven al escucharlo comento: -Parece que no está bien. ¡Qué nervioso es! ¿Qué quería que hiciera yo?-Te digo que luchar con público es lo último de la vida.
Santiago de Cuba,
octubre 5 de 2003
21 septiembre 2009
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