07 enero 2009

EL GRAN DILEMA DE FIDEL CASTRO

El dinosaurio cubano que ha estado aferrado al poder absoluto casi 50 años, se encuentra ante el más grande problema de su vida, su maligna mente no encuentra como darle solución.

Como está informado el pueblo de Cuba y el mundo entero, -su estado de salud es crítico, ya no da más. Muchos esperan ansiosos el desenlace final, que no acaba de llegar. ¿Qué sucede? Creemos que hace mucho tiempo que está solicitando visa para el más allá. No preguntamos: ¿Por qué tanta burocracia? ¿Será que los encargados de esos trámites hay que “Mojarlos” para agilizar el proceso?
Ya es tiempo más que suficiente para que se pongan de acuerdo en el cielo San Pedro y en el infierno Satanás, para acabar de darle la fecha de entrada a sus respectivos lugares, donde se dice que van los buenos y los malos.

Nos imaginamos las reuniones y encuentros entre los ministros de Relaciones Exteriores del cielo y el infierno.

Por nuestro servicio secreto de espionaje hemos contratado a los más célebres espías de la historia, entre ellos a Mata Hari y los esposos Roseember. Según sus valiosos informes, hemos recibido la siguiente información: En reunión sostenida a puerta cerrada San Pedro y sus más eficaces asesores, se tomó el acuerdo, que si Fidel se arrepentía de sus pecados, se le concedería la entrada al paraíso prometido, pues según la opinión unánime de los presentes, y allí no es obligatorio levantar la mano o decir queso a todo, ahí si existe la democracia. Había que respetar lo dicho por Jesucristo: -“Por cada pecador que se arrepiente, hay una gran fiesta en el cielo” Por lo tanto se nombró la Comisión de embullo, para preparar con tiempo los festejos, donde no podía faltar las tinajas de vino que ofreció en Las bodas de Canaán, los abundantes panes y peces y cuanta agradable golosina se encuentra allí, sin libreta de racionamiento.

Se envió un emisario con sus acompañantes a visitar personalmente al moribundo. El ángel encargado de la misión, le habló en el lenguaje más dulce y convincente, le mostró en gráficas las grandes maravillas que allí existen, donde no hay enfermedades, dolor, pobreza y todo es paz y amor, pero Fidel fiel a su terco espíritu lo rechazó con firmeza.

¡Oye angelito, dile a San Pedro que se vaya al carajo! Yo no necesito su paraíso, ni su gloria, aquí soy el rey, lo tengo todo, once millones de esclavos, la tierra de Cuba de San Antonio a Maisí, todo lo que me da mi reverenda gana, dinero, mujeres, aunque ya… otra cosa: Nadie se atreve a discutir mis decisiones y he sido todo el tiempo lo que he querido, sin que nadie, 1Oye bien! Nadie ni uno solo se atreva en la Asamblea Nacional, donde se me ha elegido siempre a levantar la mano en contra ¿Cierto o falso? Por lo tanto dile a ese “Santico” que se vaya con su comitiva por donde mismo vino, si no quiere que mande a mis lacayos que lo encierren en Villa Marista en una celda tapiada por tiempo indefinido, como lo he hecho con todos los que se han atrevido a contradecirme y tratar de cambiar mi sistema. ¡Gusanos! Contrarrevolucionarios! ¡Vende patria! ¡Asalariados del imperialismo yankee! Hace una pausa algo agotado, pero se repone y continua: - Qué se han creído, si se hacen los bobos le suelto una de mis reflexiones, que ya se encargaran mis fieles perros, digo mis queridos periodistas de darle divulgación en la Mesa Redonda, para eso tengo a Arleen Rodríguez Derivet, Lázaro Barredo, Polanco y muchos más, además todos mis periódicos ¿Saben? Todos son míos, órganos del Partido Comunista de Cuba y la Unión de jóvenes comunistas y allí se publica lo que yo ordeno sin discusión.

Cabizbajo llegó el ángel y su comitiva, pedió entrevista con San Pedro. Sin preámbulos le dijo a manera de saludo: ¡No hay arreglo, Fidel no entiende nuestras buenas intenciones, por poco nos suelta las Brigadas de Respuesta Rápida y nos caen a palo limpio.

San Pedro perdió su compostura y buen humor, sacó la espada dispuesto a cortar orejas,- ¡Pues no entra al cielo hasta que no se arrepienta! A lo lejos se escuchó una sonora trompetilla.

Por otra parte se convocó a una Asamblea Extraordinaria con los más famosos diablitos en el infierno, muchos dieron a conocer sus puntos de vista y propuestas, entre ellos en el pase de lista se pudo confirmar la presencia de Adolfo Hitler, Benito Musoolini, Joséf Stalin, Vladimir Lenin, Carlos Mark y una larga lista de jefes de la gestapo que dirigían los campos de concentración nazis y hasta Gerardo Machado, Fulgencio Batista y muchos militares de ambas dictaduras. El teatro, lleno completo de cuanto ser maligno ha azotado la tierra desde Caín para acá.

Sin pérdida de tiempo se recogieron los papelitos y por unanimidad se pudo confirmar que estaban de acuerdo a que sin más dilación se le diera la visa y el permiso de salida sin costo alguno al más célebre de los dictadores de las últimas cinco décadas.

Algunos de los mencionados anteriormente explicaron que a ellos se les había concedido ese derecho a su debido tiempo y se les recibió con todos los honores ¿Por qué a él no?

El diablo que dirigía la asamblea, muy pensativo tomaba nota de las propuestas. Colérico, echando chispas por los ojos y con el rabo encendido, se paró de su asiento y vociferó: ¡¡¡Digo no y no, no lo quiero aquí por nada del mundo!!! ¡Estúpidos! ¿No se han puesto a pensar qué haría ese sujeto si llega aquí? Lo he protegido todos estos años, en los 600 atentados que dice que le han hecho, donde no le aparece ni un rasguño, hizo cuanta manifestación quiso, fue al Asalto al Moncada, no lo dejé entrar al cuartel, que si entra se la pelan sin remedio, lo saqué corriendo para que se escondiera en un bohío vara en tierra por La Gran Piedra, salió sano y salvo, lo libró el Arzobispo de Santiago de Cuba Enrique Pérez Serantes y un teniente llamado Pedro Zarría Tartabul, cuando un militar lo iba a matar, lo mismo en la Cárcel de Boniato, por culpa de Jesús Yanes Pelletier no lo pudieron envenenar y en el Presidio Modelo de Isla de Pinos nadie se atrevió a tocarle un pelo. El come mierda de Batista lo amnistió con todos sus compañeros, campeó por su respeto en Cuba, se fue para México, regresó en el yate Granma y la más grande tempestad lo pudo hundir, pisó la tierra por Las Coloradas, de los 82 expedicionarios que venían con él, dicen que quedaron l2, él una vez más se salvó, cogió las lomas y se internó en La Sierra Maestra, siempre lo protegí, no lo dejé participar directamente en ningún combate y ya ven… ganó la guerra, desde aquí lo he protegido todo este tiempo, pero… ¡Aquí no lo quiero! ¿No se han dado cuenta de su egolatría, su don de mando? Si me descuido me da un golpe de estado y me quita el poder, desarma mi ejército, nos interviene todo, nacionaliza las calderas y el azufre, nos impone la Libreta de racionamiento, fusila a mis mejores colaboradores y hasta me manda a mí. Se da un golpe en el pecho varias veces. ¡A mí al paredón! Por lo tanto: ¡¡¡Aquí no puede ni asomar la cabeza!!! ¡¡¡Esa es mi última palabra!!!

Los diablitos abandonaron el teatro como el perro que tumbó la olla.

En el cielo un angelito se lamentaba: ¡Pobre Fidel! ¿Hasta cuándo tendrá que penar en la tierra?. Otro ángel convencido exclamó: - Ni Chan Li Po lo sabe. Mientras otro se rascaba la cabeza limpia y pelada, con sus uñas bien cortadas y sin churre, seguido de sus inseparables perros, también limpios, sin garrapatas, pulgas ni sarna, con sus periódicos viejos debajo del brazo musitaba en tono bajito : Caballero de Paris, Caballero de Paris, ¡Concho, no quisiera estar en su pellejo!


12 de diciembre de 2008

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