19 enero 2009

CARTA DE AMOR AL AMANTE AUSENTE

Santiago de Cuba, l4 de febrero de l985

Amado mío:

No estás conmigo, pero te presiento, te palpo muy cerca de mí, tus dulces besos rozan mis mejillas, tus labios ardientes me acarician suavemente, aspiro el aroma varonil que te envuelve, tus ojos como llama de fuego que me abrazan en una mirada.

Recuesto mi cabeza en tu pecho y siento los latidos de tu corazón, escucho el suave murmullo de tu voz junto al oído pronunciar quedamente mi nombre y las más dulces y bellas palabras de amor.

¿Será cierto que estás tan lejos, que miles de kilómetros nos separan? ¿Cómo es que te presiento tan cerca de mí? Es que tu pensamiento unido al mío es capaz de recorrer grandes distancias y posarse así, para que no me sienta tan sola en este día que te recuerdo con sublime emoción, cierro mis ojos y te veo venir hacía mí con una amplia sonrisa iluminando tu rostro, con las rosas frescas y fragantes que ponías entre mis manos trémulas, con el beso sincero y apasionado, el apretado abrazo.

Es que somos dos en uno, que por la magia del amor se han unido, ¿Podrá algo romper este maravilloso sentimiento? ¿Habrá obstáculo capaz de separarnos?

Estás muy lejos, y yo te siento tan próximo a mí, que puedo acariciar tus brillantes cabellos, dedicarte mi más sentido poema, caminar junto a ti por las calles de nuestra querida ciudad, beber un aromático café como antes lo hacíamos, sentarnos en un parque, para nosotros todos los días nos traían nuevas sorpresas, nuestros encuentros, algo nuevo, maravilloso.

Hoy no te tengo físicamente, pero para mi alma y la tuya no hay distancia que las separe, viven hoy y siempre unidas por los lazos del amor más firme y puro, capaz de todos los sacrificios.

Tú volverás a mis brazos que te anhelan ansiosamente, porque existimos, nos amamos y viviremos para disfrutar nuestra futura dicha, muy cerca el uno del otro recorreremos los amplios caminos de la vida y ya en el ocaso de ésta, seguiremos amándonos con la misma dulzura de hoy, nuestros rostros no tendrán la frescura de la juventud, nuestras almas más compenetradas sabrán afrontar las penas y los reveses y serán como columnas que sostienen un gran edificio, fuertes e indestructibles.

Nuestros pasos serán menos firmes y nos apoyaremos el uno del otro, nuestros rostros estarán surcados de arrugas y los cabellos habrán emblanquecido, nos sentaremos uno junto al otro en el hogar tibio y acogedor. Reviviremos las glorias pasadas, ya que para nuestros corazones el tiempo no habrá transcurrido, nuestro amor no tendrá edad, seguirá con la misma ilusión de los primeros días en que nos conocimos.

¿Acaso no eres tú como la luz diáfana que ilumina mi otrora triste y oscura vida?

Para mí eres el símbolo del amor, en ti se encarna todo lo que soñé y aún más… lo superas con creces, el amante ideal, el amigo sincero, el apoyo seguro en que confió plenamente. Mi amante tierno y complaciente.

Tú y solo tú harás de mí una mujer feliz, plenamente realizada. Yo aspiro a hacer de ti mucho más de lo que ahora eres, el hombre confiado, amado y engrandecido por su talento, seguro de sí mismo, capaz de grandes logros, sin temor, con fe absoluta en el triunfo de tus estudios, apoyado con mis certeros consejos, mi ayuda incondicional, con la fuera de mi amor y convicciones, guiado de mi mano como un tierno niño, llegarás muy lejos, a donde tu modestia aún no es capaz de soñar.

Ya al final de nuestras vidas tendremos una bella historia que contar, digna de imitar por las futuras generaciones.

Es el amor hermoso, avasallador, cuando va precedido de puros sentimientos, el que nos engrandece y nos humaniza, este amor que hoy y siempre nos unirá hasta la eternidad.

Hasta pronto vida mía, siempre te esperaré, no importa el tiempo, te esperaré fiel a ti y a mis principios.

Con todo mi amor y ternura.


Tú Beatriz

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