Testimonio
Había emigrado desde Cuba el 26 de octubre de 2007 y apelado a todos los trámites para recibir alguna ayuda por mi avanzada edad y la falta de recursos, se me decía que no tenía derecho a ninguna prestación.
En una ocasión visité una dependencia de la Seguridad Social, me atendió una compañera llamada Isabel, ¡Nunca la olvidaré! al plantearle mi difícil situación, me sugirió pedir lo único que tenía derecho, o sea una ayuda única como Emigrantes Retornado, pero ese trámite podía durar varios meses o denegarlo.
En esa fecha para no perder la residencia en Cuba había que regresar antes de cumplidos los 11 meses, pagar al Consulado Cubano en Madrid 40.00 euros mensuales, o sea 440.00 euros, más ya en Cuba solicitar a Inmigración y Extranjería el permiso para poder volver a España, lo que llamaban Carta Blanca, que costaba 150.00 dólares, más pagar por pisar el aeropuerto José Martí en La Habana para regresar 25.00 dólares por pisarlo, más el pasaje y demás gastos de taxis y la estancia en la ciudad Santiago de Cuba donde tenía mi domicilio y La Habana, Aunque mi gran compañero de viaje Armando Enrique Ortega Nieto suplía mis más perentorias necesidades, no tenía ni remotamente la posibilidad de viajar a Cuba. Aunque hacia gestiones en busca de un trabajo, no encontraba nada y los meses y los días corrían inexorables. En mi angustia un día abrí la Biblia con el deseo de pedir ayuda a Dios y me encontré este texto en la Epístola a los Filipenses: - “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”
Esto me dio una gran seguridad y en efecto, pocos días después recibía un telegrama de la Seguridad Social que me anunciaba que podía recoger el cheque de la ayuda única que suplió todas mis necesidades y pude viajar a Cuba.
¡Gracias Señor!
Madrid, 8 de septiembre de 2020
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