A MI PATRIA
¡Patria añorada! ¡Cuánto diera
por pisar tus calles, caminos y
playas!¡
¡Cuánto deseo el calor de tu
brillante sol, el azul de tu cielo,
el hablar de tu gente, nuestras
costumbres y tradiciones.
No cambiaría todos los tesoros
del mundo por respirar en mi
patria aires de libertad.
¿Dios mío! ¡no me concederás
esa felicidad?
Nadie podrá sustituir mi veneración
y respeto por mis símbolos patrios,
¡Nadie!
Las más grandes riquezas no me podrán
tentar, para que deje de amarla, a mi gente,
lo que he vivido por tan largos años ¡Nadie!
Mi cuna, mi tumba, están allí, entre el verdor
de las palmas reales, los cafetales, los mangares
del El Caney, los cañaverales, tu mar.
Entre lomas y montañas, llanos y ríos, en las
empinadas calles, con tanta estampa colonial,
en mis recuerdos de juventud, ¡Allí estás tú,
mi Cuba querida! ¡Mi patria añorada!
Si hoy mi corazón late y se niega a morir,
es por la esperanza de algún día volver a
contemplar tu bandera, envolverme en ella,
besarla con devoción y respeto.
No me deslumbran las maravillas que mis
ojos ven, yo solo añoro mi tierra, con su
sol, la brillantez de su cielo, sus noches
estrelladas, donde tanta veces soñé y amé.
Anhelo pisar de nuevo sus amplias avenidas,
recorrer los campos, mojarme de rocío, tomar
las flores del camino, exhalar su perfume,
embriagarme con la miel de los panales
Beber el agua fresca de un manantial, dejar
que las olas acaricien mi cuerpo, bañada de sol,
contemplar el paisaje, y en plena naturaleza
poder alabar a Dios.
Haydée B. Rodríguez Rodriguez
Madrid, viernes 1 de enero de 2008
¡Patria añorada! ¡Cuánto diera
por pisar tus calles, caminos y
playas!¡
¡Cuánto deseo el calor de tu
brillante sol, el azul de tu cielo,
el hablar de tu gente, nuestras
costumbres y tradiciones.
No cambiaría todos los tesoros
del mundo por respirar en mi
patria aires de libertad.
¿Dios mío! ¡no me concederás
esa felicidad?
Nadie podrá sustituir mi veneración
y respeto por mis símbolos patrios,
¡Nadie!
Las más grandes riquezas no me podrán
tentar, para que deje de amarla, a mi gente,
lo que he vivido por tan largos años ¡Nadie!
Mi cuna, mi tumba, están allí, entre el verdor
de las palmas reales, los cafetales, los mangares
del El Caney, los cañaverales, tu mar.
Entre lomas y montañas, llanos y ríos, en las
empinadas calles, con tanta estampa colonial,
en mis recuerdos de juventud, ¡Allí estás tú,
mi Cuba querida! ¡Mi patria añorada!
Si hoy mi corazón late y se niega a morir,
es por la esperanza de algún día volver a
contemplar tu bandera, envolverme en ella,
besarla con devoción y respeto.
No me deslumbran las maravillas que mis
ojos ven, yo solo añoro mi tierra, con su
sol, la brillantez de su cielo, sus noches
estrelladas, donde tanta veces soñé y amé.
Anhelo pisar de nuevo sus amplias avenidas,
recorrer los campos, mojarme de rocío, tomar
las flores del camino, exhalar su perfume,
embriagarme con la miel de los panales
Beber el agua fresca de un manantial, dejar
que las olas acaricien mi cuerpo, bañada de sol,
contemplar el paisaje, y en plena naturaleza
poder alabar a Dios.
Haydée B. Rodríguez Rodriguez
Madrid, viernes 1 de enero de 2008
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