¡Madre mía!
Hoy no puedo ofrecerte un regalo material
ni depositar un beso en tu frente,
solo darte el sentimiento de mi corazón
y todos mis pensamientos,
decirte que estás muy presente.
Te has ido,
y te recuerdo como el primer día,
no olvido tu amor, tu ternura,
¡nunca madre mía!
Aunque ausente estás,
te presiento muy cerca de mí,
tu amorosa mirada no se aparta de mi lado,
el celo con que me cuidabas,
tus desvelos y caricias,
¿Dónde están, madre mía?
Con tu partida me has dejado un vacío
muy grande, que jamás nadie podrá llenar,
dulce madre mía.
Me quedan tus ejemplos, la dignidad con
la que transitaste por la vida,
la honradez de tu espíritu,
siempre fiel y amante,
¿Cómo no recordarte en este día, madre mía?
Santiago de Cuba
10 marzo 1997
20 marzo 2009
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