Si un día no te veo, te extraño
como si un siglo de soledad
nos separara.
Ese día de ausencia, aunque el
sol brille en todo su esplendor,
para mí luce gris.
Un día sin ti, ni el canto de las aves
alegra mi corazón, ni las más bellas
flores me ofrecen su perfume y color.
El hogar luce vacío, la música no me
alegra, sino entristece. Miro tu foto,
me sonríes, pero nada más.
Busco entre tus cosas algo que me
trasmita tu calor, son objetos, que solo
me recuerdan que no estás.
Suspiro hondo y de lo profundo de mí
alma brota una plegaria: Ven amado mío
a llenar este vacío, dame vida y calor.
Necesito extasiarme en el brillo de tu mirada,
con el beso que me regalas. Ven pronto para no
morir de frío y soledad.
Santiago de Cuba
Octubre de 1985
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