Estampa cubana
Dos cubanos se encuentran de casualidad en la céntrica Gran Vía madrileña.
¡Concho¡ ¿Tú no eres Cheo el de la calle Madre Vieja de allá en Santiago de Cuba?
¡Caramba! Me parece conocerte.
-¡Claro! ¡No te acuerdas de que estuvimos juntos en la Sierra en la Columna 10? ¿Que después nos encontramos en La Habana en los primeros años de la revolución?
¡Verdad chico! Pero han pasado tantos años…
¡Imagínate! Cuando eso tenía pelo y ahora…
-Tú también lo tenías negro y ahora…
-Tú eres Betico, el hijo de Milagros y Alberto ¿Verdad?
-El mismo que viste y calza.
-¡Qué pequeño es el mundo y como da vueltas!
-Uno totalmente calvo y el otro con los cabellos blancos, ambos con el peso de los años encorvándoles la espalda, se dan un abrazo.
-Vamos a sentarnos allí y tomarnos un par de cañas, el encuentro lo merece ¿No crees? Le dice al amigo tomándolo por un brazo mientras se dirigen a una cafetería cercana.
Bueno viejo, le pregunta Cheo:- ¿Qué ha sido de tu vida todos estos años y como viniste a dar aquí?
-Pues resulta que me acogí a la ciudadanía española de papá hace más de diez años, después hice a los hijos. En realidad no pensaba viajar, pero los muchachos son diferentes, primero vino mi hija mayor con el marido y los dos hijos, después se embullaron dos más, si te digo que solo quedamos en Cuba la vieja y yo, ya me había jubilado, me invitaron y quise conocer la madre patria y ya ves… aquí admirando un poco, pero te digo que el frío me lleva aprisa, ya tengo pasaje para regresar, no espero ni los once meses que me autoriza el gobierno cubano, todo será muy bonito, pero… mi tierra me llama. ¿Y tú, como llegaste?
-¡Ay compadre! Lo mío es una historia larga. Bueno dejamos de vernos allá por los años 60, donde todavía muchos de nosotros conservábamos las ilusiones de que habíamos luchado por algo justo y que nuestro país iba a ser mucho mejor, pero todo para mi concepto, no sé el tuyo, ha empeorado.
-Alberto se rasca la cabeza y con gesto preocupado comienza a relatarle parte de lo sucedido en más de cuarenta años.
-No sabes que en enero de 1959 me destacaran para la antigua fortaleza de Columbia, si, eso que convirtieron en escuela y se pusieron “Ciudad Libertad”, como yo siempre he sido un poco o demasiado intransigente, comencé a protestar por todo lo que no me gustaba, principalmente cuando la extraña muerte de Camilo Cienfuegos y todos los cambios que se estaban efectuando en todos los ámbitos del país , cometí el error de comentarlo con otros compañeros y esa fue mi desgracia, me llevaron a juicio y me condenaron a 20 años de prisión en Isla de Pinos, en el llamado Presidio Modelo, después en varias cárceles más hasta cumplirlos totalmente, para mí no hubo ninguna mejoría, tampoco claudiqué y me acogí a los nombrados “Planes de rehabilitación” que no eran más que humillarnos y ponernos de rodillas. Si te digo que fue terrible lo que sufrí en esas cárceles, por poco no salgo vivo, se me murieron mis padres, mis hermanos se fueron todos del país, válgame Mercedes, mi buena mujer que nunca me abandonó y crió a nuestros dos hijos sola y trató de darles la mejor educación posible, pero eran los hijos de un preso político en rebeldía y esos les hizo mucho daño, Finalmente salí, primero viví un tiempo en Estado Unidos, pero la familia que tenía aquí me trajo, me sentí bien, es nuestro propio idioma, traje a mis hijos y nietos y ya ves… me he “Aplatanado” Añoro mi patria, pero libre, con ese régimen no vuelvo jamàs, sé que a los tres días caigo preso otra vez.
-Cheo conmovido lo ha escuchado y le da la mano fuertemente. ¡Mi amigo nada sabia de lo que te había ocurrido! ¡Verdad que nunca he salido de Santiago de Cuba! Aunque para serte sincero, también he tenido mis problemas, por lo que me licencié en el mismo 1959 del ejército y me dediqué a trabajar con mi familia en los negocios hasta que no los despojaron todo, después pasé a trabajar en distintas empresas, nos nombraban “Los siquitrillados.” Nunca me dieron las medallas de la Lucha Clandestina y el Ejército Rebelde, pues yo trabajaba lo mejor posible, pero no quise aceptar las proposiciones para que fuera militante del partido ni nada que me comprometiera, lo que acabó por convencerme que aquello era una porquería y que habíamos sido engañados, fue cuando la barbarie de los sucesos de la Embajada de Perú en abril de 1980. ¡Qué asco los actos de repudio! ¡Como le tiraron huevos, basura y dieron palos a las que pretendían irse del país! Quisieron que yo participara y me negué rotundamente, yo no me ligaba con esa chusma, tampoco les permití a mis hijos que aún eran estudiantes a que se metieran en eso. No quiero ni acordarme de las cosas que vi, yo vivía cerca de Inmigración y Extranjería cuando estaba en la calle San Basilio. Esa ha sido una de las etapas más sucias de esta llamada Revolución.
Lo interrumpe Alberto:- ¡Que me dices de lo que está ocurriendo actualmente?
-¡Lo improsulto! Le responde Cheo Nunca imaginé que durara 51 años y se cometieran tantas barbaridades! ¡Cuantos atropellos! ¿Qué me dices de las Damas de Blanco, la muerte de un preso político y la que viene con la huelga de hambre de Guillermo Fariñas? ¡Qué se hubiese dicho en la prensa cubana si a las Madres de la Plaza de Mayo de Argentina les sucede algo semejante?
-Mire mi hermano, que yo creo que en Cuba ya no existen aquellos hombres de la llamada “Generación del Centenario” sino eunucos mentales, ¿Cómo no se solidarizan con esas valientes mujeres, con esas madres? He llegado a esa triste conclusión, solamente un grupo que guarda el civismo y la vergüenza, pero no tiene el apoyo necesario para acabar con tanta ignominia.
-¡Eso mismo pienso yo! Un solo golondrino no compone verano. Y ya nosotros estamos viejos, nada podemos hacer, solo rumiar nuestra contenida rabia y esperar a ver qué sucede y si existe todavía un hombre que los tenga bien puesto y de el ejemplo.
Madrid, 1 de abril de 20
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