10 noviembre 2009

CHEO EL ALARDOSO

Estampa santiaguera

A Cheo solo le quedaba el casco y la mala idea, comentaban las pepillas del barrio de Sorribes al ver al anciano alardeando y relatando las historias de cuando era más joven, que levantaba pesas, era boxeador, pelotero y hasta estibador de sacos en la marina.

En la actualidad estaba muy delgado, tenían las carnes flácidas, el rostro surcado de arrugas y los escasos cabellos casi blancos.

Los jóvenes se burlaban de él y le decían:- ¡Viejo! ¿Dónde están tus músculos? El se levantaba la manga de la camisa y trataba de mostrar los bíceps inútilmente. Ellos se reían a carcajadas y le espectaban:- ¡Chico, ya tu carnaval pasó, dedícate a otra cosa! ¡Ya tú no levantas nada! ¡El Período Especial acabó contigo!

Este, no se daba por vencido. Estaban ahora en el interior de la tienda de víveres “La Batalla”, donde las dependientas todas son mujeres, por lo que la administradora solicita ayuda para trasladar un saco de chícharos desde el almacén al área de venta.

Allá va Cheo diligente:- ¡Déjenme eso a mí! Se va para la estiba de sacos. Los jóvenes le recomiendan:- ¡Cuidado Cheo! ¡Eso pesa mucho para ti, nosotros lo cargamos!

El anciano no escucha los consejos y haciendo alarde de fuerza, se agacha y trata de levantar el pesado saco, pero al querer pararse da un grito:-¡Ay mi madre! ¡Mi columna! Y se queda doblado sin poder enderezarse, mientras suda copiosamente.

Los presentes tratan de ayudarlo, sigue encorvado y quejándose lastimosamente, lo sacan del local cargado y bajan calle Segunda para abajo, rumbo al hospital.

Los jóvenes apenados comentan:- Pobre Cheo, por querer lucirse delante de las mujeres se quedó viraó.


Santiago de Cuba
24 de abril de 2002

No hay comentarios:

Publicar un comentario