19 febrero 2009

SOÑAR Y NADA MÁS QUE SOÑAR

Soñé ser árbol robusto de muchos
retoños y abundantes frutos.

Soñé el apacible hogar, lleno de
risas y cantos.

Soñé que muchos gorriones
alegraban mis mañanas.

Soñé con verme multiplicada por
varias generaciones y en el ocaso,
disfrutar de gran compañía.

Soñé con bordar y tejer muchas
ropas infantiles.

Soñé con tiernos besos, caricias
y suaves murmullos.

Soñé enternecida escuchar la
dulce palabra: Mamá.

Soñé con tantas cosas bellas,
que de tanto soñar me he quedado
vacía.

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