16 febrero 2009

EL SINDROME DE CASTRO

Esta extraña y desconocida enfermedad que no la padece nadie que viva en países libres y tenga un modo de vida, que le pernota satisfacer su más perentorias necesidades.

Yo la padezco y la mayoría del pueblo cubano, no así la cúpula gobernante y alguno que otro privilegiado dirigente “maceta” o con “FE” (Familia en el Extranjero). Este síndrome comenzó a manifestarse al principio del triunfo de la revolución, cada día se presentaban nuevos casos, se incrementó notablemente con la imposición de la Libreta de Racionamiento a principio de los años 60, pero su crisis más aguda ocurrió a partir de 1992 con el mal llamado periodo especial, los efectos más graves fueron la Neuritis periférica que afectaba la visión y la locomoción, se decía que era un virus enviados por los enemigos de la revolución, que no dejaba ciego y paralítico a una considerable cantidad de personas. El viceministro de Salud Pública, de entonces tuvo el atrevimiento de expresar públicamente que era falta de vitaminas B12 por haberse suprimido la venta de carne de res a la población, en tiéndase bien a la población, pues los buenos bistec TAURO no faltan en la mesa “de los arriba”, ni en los hoteles para el turismo extranjero.

Afortunadamente la enfermedad no me afectó mucho, precisamente por tener “FE”, pero de todos modos me ha dejado algunas secuelas que todavía a los 15 meses de vivir en esta sociedad capitalista de consumo a veces exagerado, aún los síntomas no han desaparecido, como por ejemplo.

- No puedo tirar a la basura ni un grano de arroz, recuerdo por momentos que en Cuba solo disponía de 5 libras al mes.
- Se me salen abundantes lágrimas cuando veo las neveras llenas de carne de todo tipo y me viene a la mente que desde hace casi 6 años en mi ciudad se vendió la ultima 8 onzas a la población.
- No puedo soportar cuando observo como se desperdicia el aceite vegetal y pienso que en Cuba debemos de cocinar con 8 onzas en todo un mes.
- Me duele comerme un dulce de las muchas bollerías, por que he visto niños cubanos con su carita pegada a los cristales de las dulcerías del área de divisa sin tener con que cómpralos.
- Utilizó la menor cantidad posible de azúcar ¡Como derrocharla si a mi pueblo no le alcanza con 5 libras al mes!
- Los huevos me asquean me acostumbré a cinco mensuales y si me como uno más me hacen daño.
- Lo mismo me ocurre con los frijoles (aquí judías) las como un a vez al mes, me acostumbré a planificar 20 onzas para 30 días (un potaje y un congrí), llamado moros y cristianos.
- Temo que el pescado, lo mismo fresco que enlatado me produzca algún tipo de alergia, allá apenas le cogía el gusto a las 11 onzas mensuales de Jurel con tripas, pellejo y espinas.
- El pollo tan gordo y con tanta grasa es capaz de elevarme el colesterol, con 6 onzas al mes, solo podía hacer una sopa.
- Extraño el picadillo de soja y la mortadela a ½ libra mensual.
- Los plátanos de canarias, no los soporto, quiero mis fongos o burros hervidos, lo mismo verdes que maduros.
- ¡Qué desazón me entra cuando veos las bolsas de patatas limpias y sanitas; a mi mente vienen las largas colas que hacía a veces cada tres meses para comprar 2 libras de papas llenas de tierra, podridas o retoñadas estas últimas por tener solanina me daban picazón.
- Deseo ardientemente comer chícharos
- Tantas marcas de leche y Yogures, allá una sola y sin marca ni etiqueta y mucho menos anuncios y la lecha para niños hasta los 7 años, los viejos…¿Para qué necesitan el calcio si ya tienen los huesos hechos polvo y no les queda ni un diente?
- ¡Mira que derroche con gel perfumado! ¿Dónde estará la pastilla de jabón Nacar sin olor ni envoltura cada 3 o 4 meses?
- Que haraganes son las mujeres, todo lo lavan en la máquina, no saben ahorrar una pastilla cada tres o cuatro mes qué derrochadoras y se habla de crisis!
- Nunca me he comprado una prenda en el Corte Inglés, prefiero ir a la “Brecha” o un “todo por uno” ya que en la “Trapishoping” (tiendas de ventas de ropa reciclada) allá son más malas y más caras…
- Muchos regaños he recibido pues me dicen que no sé fregar ¡Como trato que un pomo de detergente líquido me dure 4 meses!
- Pero lo que me produce un mayor dolor en el corazón es ver como se tira en los contenedores ropa, zapatos y otros objetos de valor y no poder recogerlos para aliviar las necesidades de tantos pobres que no tienen ni euros ni dólares para comprar en la tiendas. Otras de mis manías es guardar pomitos, bolsos de nylon, cajitas…
- Me desvela no ver cucarachas, ratas y mosquitos picándome por las noches y no sentir en el agua el sabor a rata muerta del abate, el humo de las fumigaciones

Después de haberme realizado este auto-análisis estoy convencida que el Síndrome de Castro lo tengo en la sangre y me está afectando el cerebro.


Haydee Beatriz Rodríguez Rodriguez
Madrid
24 enero 2009

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