¡Como me gustabas! ¡Qué placer experimentaba
con solo verte pasar frente a mi ventana!
No existía cansancio en las horas que a
través de las persianas te esperaba.
Secretamente te amaba y eso no lo podía
compartir con nadie.
Yo era tan niña y tú tan hombre, que
aunque pasaba delante de ti tratando
de mostrarte los encantos que aún no
tenía. Te fijabas en mí, me ignorabas.
Tu paso sereno y seguro, la frente
siempre en alto ¡Qué gallardía!
Mi rubor impedía que te mirara de
frente y tal vez mis ojos te hubiesen
dicho lo que mis labios no se atrevían
Ensayé frente al espejo mil mimos y
coqueterías,
pero al verte cerca el alma se me turbaba
y solo balbucía muchas tonterías.
En mis noches de desvelo ¡Cuánto soñé
con los ojos abiertos y el corazón anhelante
por saborear un beso de tu boca!
Te dediqué muchos poemas, que después
rompía abochornada.
Tu nombre escribí junto al mío en cada
árbol que encontraba.
Tu nombre y el mío ¡Qué sensación más
maravillosa! Tus iniciales y las mías en los
cuadernos escolares.
Mi primer creyón de labios dibujó mi boca
en un beso fugaz hacía la tuya.
Las canciones más románticas de la época
te las dedicaba a ti y hubiese querido ser
una alondra para volar y posarme frente a tu
ventana y despertarte cada amanecer.
Mi sueños y quimeras se fueron con el
decursar de los años, las penas y sinsabores,
todo cambia, hasta nuestra manera de pensar,
ya no eres el mismo, yo tampoco. Solo queda
la dulzura de aquellos tiernos recuerdos en
una flor marchita dentro del libro de mis
añoranzas.
Abril 10 de 2001
21 febrero 2009
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