(Dedicado a quien en vida sé que me amó, Hermes Vázquez)
Me dijeron que habías muerto…
No lo podía creer.
Me parecía imposible…
¿Tú muerto?...
¿Cómo ser ciego que perdieras la vida
con la alegría que siempre tenías,
en plena juventud, lleno de salud.
Tú muerto y yo ni siquiera pude poner
sobre tu rostro frío, pálido, una flor
regada con mi llanto.
No pude arrancar pétalo a pétalo
y depositarlo sobre tu tumba
con el postrer adiós.
Sé que tendrías muchas flores,
Guirnaldas tejidas por manos de artífices.
Se que en las sencillas de tu espíritu
no cabían la vanidad y la hipocresía.
Sé que bien hubieses deseado el modesto
homenaje de una solo flor, pero en la que
te demostraran sincero amor.
Eras mi eterno enamorado y yo te quería,
pero no era ese amor apasionado
que siempre soñaste.
Yo te quería, pero era un amor de magia
sincera, ese amor que prevalece
sobre todas las cosas
Ese amor que te ganaste a través de tantos años
un amor que no muere, pues en él
no había engaño.
Haz muerto y siempre te recordaré
por lo que fuiste, por lo que construiste,
porque me amaste y por lo que por mi sufriste.
Enero 1975
19 febrero 2009
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