No vamos a referirnos a las cosas que le restan belleza y esplendor a esta
Habana de todos los cubanos, esta Habana
tan nuestra, aunque vivamos a ciento de kilómetros.
Como los lisonjeros cronistas de otros tiempos, resaltaremos
su hermosura y virtudes
Según la leyenda, su
nombre se debe a el de una hermosa india encontrada por los colonizadores, que
al preguntarle su nombre una y otra vez repetía:- Habana.
Los historiadores dicen que al encontrarse a su paso por
occidente el cacique Habaguanex con los españoles, este dio pie al nombre
que finalmente tendría la ciudad, a principios al sur, no se sabe si fue Batabanó o en las inmediaciones de la
desembocadura del río Mayabeque, para asentarse en el norte, al borde de la
bahía el primer cabildo de la villa el 16 de noviembre de 1519.
Ya convertida en ciudad fue asediada por piratas y
corsarios, los ingleses quisieron hacerla suya, más la valentía de sus
moradores al mando de José Antonio Gómez, más conocido por Pepe Antonio de la Villa de Guanabacoa, frustraron sus intentos en 1762,
Desde entonces ha habido guerras, rebeliones y cambios
transcendentales en todas las esferas del país, para su bien o para su mal,
pero esta ciudad que embriaga los sentidos y hace quitarse el sombrero al
viajero ávido de nuevos paisajes y aventuras nunca conocidas. Atrae a primera
vista por lo deslumbrante de sus construcciones de todos los tiempos, en que se
combinan estilos arquitectónicos diversos, desde el pre-barroco, neoclásico y el ecléctico, que une lo antiguo
con lo moderno con sus contrastes y colores, adornada del verdor que le ofrece
la pródiga naturaleza. El mar la besa impetuoso. Admirable sus hermosas
edificaciones de la parte más moderna, lo de épocas pasadas de amplios corredores
que alivian al transeúnte del sol y la lluvia .Las cúpulas de las iglesias,
parques, plazas, calles y avenidas, la
zona comercial, donde un público ávido entre y sale constantemente en
busca de lo útil y necesario.
El Paseo del Prado, el Capitolio, sus palacios con
exquisitos vitrales, hasta las calles adoquinadas nos hablan del pasado
grandioso atrapado en lienzos, inspiración de artistas de todos los géneros,
que a través del tiempo ha dedicado loas a su belleza
La Habana
nos recuerda la época medieval en sus castillos diseminados por zonas como
Marianao, La Víbora
y Mantilla, también cuenta su historia al contemplar el majestuoso Castillo del
Morro en cada una de sus piedras, la Giraldilla, El Templete, los monumentos a los próceres de nuestra
independencia, en la obra maestra de los dos túneles, la magnífica Plaza Cívica
José Martí, el Cristo observando la
ciudad desde Casa Blanca, que parece desafiar a los incrédulos, sus repartos
suntuosos, los barrios más humildes, pero con la esencia de la cubano
respirando en sus costumbres, el modo de ser de su gente, que camina de prisa y
se las ingenia para sobrevivir aún en las
más difíciles circunstancias, con optimismo, la alegría de
ser cubano, aunque haya nacido en los confines de la Punta de Maisi o el Cabo de
San Antonio, se adaptó al modo de vida de la gran ciudad y la defiende con celo
y amor, porque ella es la capital de todos los cubanos, un poco tuya, un poco
mía, una de todos.
Es Habana bella, acogedora, que hechiza y atrapa con sus encantos,
la cara linda de Cuba. ¡Quién no se ha sentido subyugado desde la altura de L y
23 abarcando La Rampa?
Única, inigualable, por donde han
transitado ciudadanos de todo el mundo o ante el imponente Hotel Habana Libre,
el acogedor Coppelia, el Hotel Nacional
con sus jardines y magnífica vista al mar, el Hotel Capri, la vida nocturna de
sus cafeterías, restaurantes, cabaret,
night clubes, los atractivos que la circundan, el orgullo de contemplar el
edificio Focsa, por ser el más alto del país. Los cines Yara, La Rampa, las salas de
exposiciones, el edificio de lo que fue la más grande emisora de radio y
televisión de Cuba y otros tantos encantos que seducen al turista hasta llegar
al Malecón en desafío constante por contener las olas del impetuoso mar.
El Alma Máter os abre sus brazos invitándonos a subir la
escalinata a beber en la fuente inagotable de sabiduría en las aulas de la Universidad de La Habana, cuna que ha
albergado por muchas generaciones a los amantes de todas las ciencias, las artes y las letras.
Ciudad privilegiada que cuenta con hermosas playas a todo lo
largo y ancho del litoral, con sus
magníficas edificaciones, monumentales carreteras, hoteles, jardines y
cuanto pueda apetecer el más exigente de
los viajeros, junto a la cortesía y calor que emana en cada cubano, por el
legítimo orgullo de sentirse hijo de
esta ciudad, de esta patria.
En este nuevo cumpleaños deseamos un futuro luminoso de paz,
prosperidad y sobre todo ¡Libertad!.
Crónica
Madrid, 20 de noviembre de 2010