18 enero 2022

UN DÍA DE PLAYA EN BUEY CABON

 Nos entusiamamos  varios vecinos de la cuadra de San Carlos para pasar un día en la playa de Buey Cabón, alquilamos una  camioneta, lugar que no visitaba desde la década de los años 60, el  entorno no había cambiado mucho  en estos años, seguía con poca sombra, prácticamente abandonada, pues ya no existía el Ranchón de  particulares, que había sido intervenido como otros tantos. Allí se vendían  comida, bocaditos, dulces y  refrescos. Ahora había que traerlo  No existe ninguna condición, todo hasta el agua de beber, siendo un lugar ideal para  una Base de Campismo o cualquier otra actividad turística con cabañitas para alquilar, un buen restaurante y cafetería y sobre todo casetas para cambiarse de ropa, había que  ir de la casa con las trusas puestas y dejarlas después del baño a secar al sol para  poder vestirse de nuevo.

Esta  es una buena playa, con aguas cristalinas, principalmente para  niños, por ser baja y de poco  oleaje. ¡Qué lástima que no se le dé condiciones!

El grupo de la cuadra estaba compuesto por  Liana Feria Fonseca y sus hijos Liam  y Luisito, Marlen y Tito Viñals, Irina Viñals  y su hija  Jessin, Belkis María  Larramendi  Espinosa y su  esposo Zacarías y Ramoncito, el niño más pequeño de la cuadra.

Salimos a las 9.00 de la mañana, al llegar a la playa tratamos de encontrar un buen lugar, pero era difícil, todo estaba ocupado por otros  turista, de empresas y  particulares de otros pueblos cercanos. No alejamos hasta donde había unas  grandes rocas, sin un árbol, pero  nos podían dar algo de sombra. Allí depositamos  nuestra  comida, refrescos y agua  y  otras cosas., cuidando que no le diera  el inclemente sol.

Nos fuimos al mar, allí nos bañamos un buen rato, los niños alborozados jugaban y se tiraban pelotas.

Volvimos a las  piedras a almorzar, cada uno llevaba su comida, la pusimos sobre un mantel y la compartimos.   Arroz con pescado, pollo,   ensaladas ,  pan, dulces y refrescos.

Allí solo  hay una casucha del la Empresa INIT (Instituto Nacional de la Empresa Turística) que vendió bocaditos   y refrescos instantáneos, pero a las 3.00 de la tarde todo se  había acabado.

Recuerdo en la década de los  años 60 había un ranchón de  cuentapropistas, donde se vendía abundante comida, congrí, viandas, cerdo asado, pollo, ensaladas, dulces y refrescos y cervezas. Con muy buena atención y un servicio rápido.

Sería bueno que se hiciera de nuevo un local donde  se  ofertara  comida, refrescos y dulces por lo menos, que se habilitara una ducha  para lavarse después del  baño, Instalaran  casetas para cambiarse de ropa y se colocaran sombrillas de guano para protegerse del  inclemente sol. Hacer una  Base de Campismo con todas  las condiciones  y tal vez  cabañitas para alquilar y algún acogedor local para  brindar música y otras recreaciones. El lugar es ideal para ello, se encuentra entre el mar y las siempre verdes montañas de la Sierra Maestra de belleza y esplendor.

Me senté debajo de  una roca recostada contra la pared, no sé qué  premonición tuve que  giré , al momento cayó una piedra de más de  10 libras entre mis  piernas, de no haberme  virado me cae en la cabeza con fatales consecuencias, mis vecinos  se alarmaron y me pusieron hielo en la pierna  lastimada, que me dolía bastante y estuvo a punto de fracturarse. No vimos a nadie arriba. Al parecer huyeron rápidamente. ¿Era un nuevo atentado a mi persona?  Ya  por ser desafecta al régimen imperante desde 1959 me habían hecho otros atentados, como subir un pesado camión  sobre la acera en que caminaba y tratar de atropellarme, gracias a que  algunas casas de la calle Santo Tomás están más altas y me he podido guarecer en sus escalones, hasta una vez  lo hizo dos veces, dando la vuelta a la manzana, otras, para cogerme desprevenida  cruzando la calle y dando marcha atrás, tirarme  botellas y piedras desde  balcones y bicicletas a toda velocidad doblar una calle, echando bacterias en el  agua potable y hasta  uno de la Campaña del mosquito flamear un barril de  agua y virarse  y prenderme fuego. Gracias a Dios que siempre me ha librado cuando alguien me  grita:¡Cuidado! Y me puedo poner a salvo.

Después de eso no nos bañamos más y solo deseábamos que la camioneta regresara  y nos recogiera. Como a las 5.00 de la tarde vino y se formó tremenda trifulca, muchos  bañistas querían  montarse en la camioneta, les explicamos que  nosotros  la habíamos alquilado y que no había capacidad, se  querían montar a la fuerza y con bravuconerías, accedimos  apretados a llevar algunas mujeres  y niños. Así  fue que pudimos salir y llegar a nuestros hogares llenos de salitre y arena, allí  no había agua  potable para quitársela.

Este fue el fin de un día de playa, gracias a Dios por librarme de  lo peor.

Santiago de Cuba, 8 de agosto de 2000

 

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