18 enero 2022

LOS 15 de LELITA ( Estampa santiaguera )

 

María mira el reloj y se dirige a su hija: _Hija acábate de acostar, mira la hora que es. _¡Ay mamy! ¡Por más que saco cuentas, no hay forma de que alcance el dinero para los 15 de Lelita, a pesar de que hace  10 años  que estoy ahorrando para  hacer a mi hija  una fiesta decente… ¡Qué va! ¡No me da! Solamente para las fotos debo disponer por lo  menos de 500.00 pesos, el cake, no puede conformarse con la basura  que venden en las dulcerías para esta  fecha, que  es un  masacote  que vale 23.00 pesos, ni con las 3 cajas  de cervezas, la botella de ron para el ponche y alguna otra guachipupa para hacer refrescos. Hay que mandar a hacer un cake con los particulares, lo que  hay que llevarle la harina, los huevos, el  azúcar blanca y… ¡con una par de libras que dan por la libreta…! Tendré que conseguirla por ahí en la Bolsa Negra o comprarle en la shopping, además lo que cobre por hacerlo,  pero no es  lo mismo, dicen que la mora del Tivolí los hace riquísimos y bien decorados, pero…¡Como cobra! ¡Imagínate hija, nadie  trabaja por gusto, señala María convencida. También hay que conseguir el pan  de molde para los bocaditos la pasta, que se  puede adquirir con amistades en El 1900 o con un talle en el Hotel Casa Granda. Además las croquetas, me las hace mi vecina Belkis,¡ es una bárbara en eso! Además las empanadillas… Eso solamente el buffet, también los vestidos,  porque tiene que cambiarse por lo menos 5 veces. ¡Eso es lo que  yo no entiendo! Dice la abuela, moviendo la cabeza. Antes cuando había de todo  y mucho más económico, nadie se cambiaba tantas veces, ni se hacía una fiesta en lugares como El Ciroa  o el Café cantante del Teatro Heredia. Acuérdate de tus 15, una fiesta modesta en la casa, las fotos y un solo vestido y los míos… ¡Ni se diga!  Papá era un gallego que lo único que le interesaba era que a sus hijos no les faltara la comida y lo más necesario, pero eso de celebrar fiestas… jamás lo vi en mi casa, a mí no me tiraron ni una foto de carnet en mis 15 y lloré  muchísimo y nada.  ¡Pero mamá, eran otros tiempos, ahora es lo que está de moda, casi todas sus amiguitas de la  beca lo han hecho, ¿La mía va a ser la más desgraciada?  ¿Después que la niña se ha sacrificado  estudiando en la Secundaria Básica en el campo, desde los 11 años? _Bueno hija… ¿Qué vas a hacer?  Tu sabes que puedes disponer de mis ahorritos, es lo único que tengo, ya que todas las prendas que tenía las tuve que cambiar por chavitos para  comprar ropas y zapatos en la casa de cambio, cuando el dólar estaba penalizado y si te cogían con uno  te podía costar una cárcel y además no habían tantas shopping como ahora. .Lo sé mamá,  con todo no alcanza ¿Qué puedo hacer? Con su papá no se puede contar, después que nos divorciamos, no hay quien le saque más de los $ 30.00 que le da mensuales por Pensión Alimenticia.  ¿Y si le escribieras a la prima Dorita que vive en New Jersey? Tal vez nos mande una tierrita y resolvemos la crisis?  Dice la abuela esperanzada. ¿Desde cuándo no le escribes?  Bueno, no  hay  peor diligencia que la que no se hace, exclama Olga.

La fecha se aproxima, ella y su madre  hace  prodigios, para poder celebrar la  tan esperada fiesta. Algunos amigos y familiares se han ofrecido para ayudar al ver  la ansiedad que tienen, el  menos  los vestidos.

La prima Dorita  no ha respondido, el alquiler de los vestidos está asegurado, así como los materiales para  la confección del brindis. Un amigo de Olga le ha prometido el alquiler de la estancia en el Café Cantante del Teatro Heredia. Y se ha confeccionado la lista de los invitados, otra amiga le regalará el costo de las  invitaciones en una  imprenta, que llevan además la foto a colores de la quinceañera. Los  arreglos y el maquillaje en la  peluquería  Quisqueya,  ya están  garantizados, hasta que otra buena amiga le prestará el  vestido a la madre y la abuela acabadito de llegar de Estados Unidos, con zapatos  y adornos a tono. El tío Miguelito las llevará en su carro a la fiesta, las flores  se las van a resolver sus compañeros de trabajo ¡ Y de los jardines de La Gran Piedra!   ¡Qué cachet !  María asombrada. ¿Esas que  nada  más que son para  los actos políticos y la gente de arriba? _Si mamá, el ramo de Lelita y las flores del salón, van por ellos.

 Olga comenta:  ¿Ves mamá?   que   dices que se yo… que de vez en cuando participo en las actividades del partido comunista, el sindicato y hago  trabajo voluntario y guardias o si me tengo que meter  La tribuna abierta…

Han sido días de mucha fatiga y gestiones por todas partes, de un lado para otro, resolviendo todo lo necesario, para que la fiesta quede lo mejor posible. Ya faltan pocos días para la tan esperada celebración cuando se aparece en la casa una profesora de la Escuela Vocacional Antonio Maceo con la  jovencita. La madre y la abuela muy sorprendidas ¿Qué pasó? ¿Tiene pase esta semana? Nó, Explica la profesora. La he traído porque tiene un problema ¿Qué tiene? ¿Estás enferma?_ No, miren… no se pongan nerviosas, les diré…

La jovencita  suelta la mochila y se dirige a su habitación. La profesora  trata de ser lo más explícita  posible. Resulta… bien. No sé cómo decirles esto:   Lelia María, que siempre ha sido una alumna ejemplar, pero ustedes  saben lo que  son las cosas… los jóvenes juntos, lejos de la familia… pues… ¡Por  favor acabe de decir de una vez lo que pasa! Inquiere ya fuera de  sí Olga, la  abuela ha palidecido y muestra su rostro angustiado .¡Ay virgencita que no sea lo que me estoy imaginando! La profesora  mira a ambas y sin preámbulos  les dice: _ Notamos que la alumna  no se sentía  bien , apenas comía y en una ocasión se desmayó, la llevamos al hospital, al  hacerle los médicos el reconocimiento, se comprobó que está embarazada  ¡Ay mi madre! Grita la abuela a punto  de sufrir un infarto. ¿Cómo es posible este descuido? ¿Ustedes no se ocupan  de esas niñas? _!Figúrense!  ¡Son tantos alumnos! ¿Quién va  a estar vigilándolos constantemente? Aclara la profesora tratando de encontrar una  justificación lógica.

Exclama la abuela:¡Te lo dije Olga que esas escuelas  becadas nunca me han gustado, ahí lo que hay es una gran promiscuidad, jamás estuve de acuerdo a que la niña  estudiara en una de esas  becas lejos  de la vista de nosotras, que si no cogía carrera…¡Mira la carrera que ha  cogido! ¡Por favor grita la abuela fuera de sí. La madre trata de serenar a la  abuela que está visiblemente afectada y prosigue: _Bueno mamá, tranquilízate, a esto a que buscarle una solución ¿Quién es el muchacho? Supongo que  un compañero ¿No? Pregunta  la profesora la que visiblemente apenada  contempla la escena  y responde:_ E s un jovencito más o menos de la misma edad que ella. La abuela propone: Pues hay que conocerlo y mandar a buscar a sus padres, ahora en vez de  los 15 hay que celebrar también la boda ¿Qué otro remedio queda?

Lelita sale de la  habitación, sea cambiado el   uniforme ,   viste un short muy corto y un pull over apretado. Al escuchar a la abuela le dice con desenfado ¡Qué boda de qué? ¿Tú  estás loca?_ Qué tú dices? Responde la abuela incrédula. ¡Eso no se puede quedar así, tú con un hijo sin padre… No podrás seguir estudiando, tú mamá trabaja y yo estoy muy vieja para cuidar niños, así que tendrás que asumir tu responsabilidad ¿Me oíste?

Olga anonadada apenas puede pronunciar palabras, la profesora  apesadumbrada no sabe qué decir.

Lelita muy segura se dirige a las tres: _Eso  está solucionado, no voy a dejar de estudiar, Jorgito tiene una tía que es médico del Hospital de maternidad, ya se  resolvió la donación de sangre y el lunes me voy a hacer la interrupción  y asunto concluido, después tendré más, ni cuidado. ¡Lelita!  Increpan  al unísono madre  e hija - ¡Bah ¡ ¡Ustedes están muy anticuadas, ¿Qué hijo que  ocho cuartos? Eso era en tus tiempos abuela, la ciencia está muy avanzada, date cuenta que estamos  en otro  siglo y milenio. El sábado  celebro mi fiesta de  15  y asunto concluido. La  abuela exclama poniéndose las manos en la cabeza ¡Qué barbaridad, con todo  lo escuchado no lo puedo creer. ¡Cómo cambian los tiempos señores!

Santiago de Cuba,  7 de mayo de 2001

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