Me siento como una hoja batida por el
viento, que no sabe a dónde va, ni a dónde
va a caer.
Estoy tan sola y falta de estímulos, que mis
días son tristes y sombríos, mis días y mis noches
vacios en espera de una nueva aurora de
esperanza.
¿Qué me motiva? ¿Qué quiero? ¿Qué aspiro?
con certeza no lo sé y la incertidumbre del
futuro me abruma.
Los años pasan inexorables, el final se acerca,
se lleva nuestros mejores recuerdos, también los
de las muchas aflicciones.
¿Quién se acordará de mí en la posterioridad?
sola las obras buenas o malas, que deje como
Herencia de lo que fui y ya no seré.
como todo, viene el olvido, las nuevas generaciones
no tendrán memoria de mí, la indiferencia borrará
mi nombre.
Esta es la dura realidad, que no puedo soslayar en
este presente tan expectante.
Solo confió en la misericordia de Dios, que siempre
me acompañe.
Madrid, 26 de marzo de 2020
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