17 abril 2009

KIKO EL LOCO (Estampa Santiaguera)

Le decían el loco, por su forma de expresarse, sin tapujos ni ambages. Era tan sincero, que esto le trajo muchos problemas. No pudo culminar sus estudios de arquitectura, que fue desde muy pequeño su vocación. Perdía todos los trabajos, ya que no se sometía al mandato de los jefes y mucho menos a las exigencias de índole político.

A pesar de estos inconvenientes, Kiko el loco, era simpático, jaranero y servicial y gozaba del aprecio de sus vecinos y de muchos que pensaban igual que él, pero que no se atrevían a expresarlo públicamente como él, por temor a las represalias y no se sabe cuantas cosas más…

Como es lógico, jamás quiso pertenecer a ninguna organización política o de masas, no iba a ningún acto y vivía como podía de hacer algunos trabajos por cuenta propia, como albañil, carpintero, pintor de brocha gorda, siempre y cuando la policía y los inspectores no lo sorprendiera, vendía cualquier cosa que le cayera en sus manos. Era el perfecto “busca vida”.

Kilo era tan reaccionario, que por no darle el gusto al gobierno imperante en Cuba, no asistía a cines, teatros, clubes, cabaret, ni a ningún acto político. Apenas se compraba ropas y zapatos y no se los cambiaba hasta que se les rompían, jamás participó de un carnaval, festival, feria y por supuesto a las Marchas Combatientes, por muchas amenazas que recibiera.

Lo que más mortificaba a los incondicionales del régimen, era cuando en la cuadra donde vivía se celebraba una reunión y Kiko se asomaba a la alta ventana de su casa y criticaba cuanto se decía entre risotadas burlonas.

Muchos le aconsejaban que cambiara su actitud y se incorporara a las actividades del
Comité de Defensa de la Revolución (CDR) de su cuadra. Este mordaz les sacaba a relucir los defectos y vicios de los propios dirigentes, que invariablemente eran cambiados cada vez que se mudaba alguien nuevo, viniera de donde viniera y fuera quien fuera, enseguida en la primera reunión se le proponía el cargo, que el anterior soltaba a toda prisa.

A veces resultaban ser buenas personas, otros distaban mucho de serlo, eran delatores y serviles. Ahora le tocaba el turno al último recién llegado, que resultó ser un tipo engreído y fanfarrón, que Kiko más de una vez había sorprendido en turbios manejos y por referencias supo que procedía de un barrio marginal, que cambiaba de trabajo con frecuencia, precisamente por desvíos de recursos y otras trapalerías.

Lo cierto es que con un salario, aunque sea de dirigente, no se puede adquirir un auto y estar fabricando una casa de placa, además de mantener más de una familia y hasta celebrar con frecuencia fiestas y comilonas con abundantes bebidas alcohólicas, que en estos tiempos son bastantes costosas.

El nuevo cargo en el comité lo envalentonó, quería que todo funcionara como años atrás, antes del Período Especial, con el mismo fervor, este deseaba que se hicieran las guardias cederistas de 10:00 p.m. a 2:00 a.m. y de 2:00 a 5:00 a.m., que hacía mucho tiempo que nadie quería realizar, volver a recuperar los miembros que ya no cotizaban, ni participan, ni cooperaban en nada, en una total apatía.

Al principio citaba a las reuniones y muy pocos asistían, por miedo o precaución. Después vino el plan de vender televisores o poner nuevos teléfonos por méritos.
Algunos se entusiasmaban y asistían, para ver con desilusión que había que ser muy “Integrado” para poder optar por uno de esos beneficios.

El flamante nuevo presidente seguía en su labor de captación, ahora le tocaba el turno de seleccionar a los mejores de la cuadra, para darle el derecho a ser elegido para instalarle un teléfono, de los dos capacidades, que según la Empresa Telefónica (ETECSA) había asignado para la cuadra de unos 40 miembros.

Se dio la reunión, siempre antes de la novela, pues si coincidían en el horario, nadie iba y si era la brasileña, mucho menos.

Kiko como siempre, desde su ventana observaba el desenvolvimiento de la misma.
El presidente al ver el poco entusiasmo de los pocos presentes, trataba de persuadirlos de lo conveniente que era estar incorporado a la organización de masas y hasta llegó a amenazar de que nunca les iba a dar nada de los demás artículos que a través del comité se iban a distribuir en el futuro, pero que era un requisito indispensable hacer las guardias, donar sangre, recoger materias primas, asistir a las actividades, limpiar la calle, denunciar cualquier “Ilegalidad” que se observara y demás tareas impuestas a sus miembros.

Kiko desde su puesto de observación dijo a viva voz: - ¡Yo me ofrezco a hacer la guardia las 24 horas del día y de la noche si me ponen un teléfono en mi casa!

Se escuchó un gran murmullo. Kiko aclaró:- Pero eso sí, con el teléfono voy a denunciar a todos los que veo robándose la gasolina de los carros estatales, los que trasiegan los materiales de construcción, para hacer sus casas, los receptores de todo lo que se roban en la dulcería de la esquina y demás manejos que veo a todas horas, principalmente de día. ¿Están de acuerdo?

Como se podía suponer, Kiko el llamado el loco, había puesto el dedo en la llaga de muchos de los que estaban presentes, por lo que el presidente apresuradamente dio por terminada la reunión, sin aceptar, por supuesto, la propuesta, tal vez por temor que “el loco” señalara con el dedo a los interpelados de los delitos que les conocía.

A esto, Kiko respondió con una de sus más estruendosas carcajadas.


Santiago de Cuba,
30 de marzo de 2002

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