Nací entre frondosos
cafetales, altivas
Palmas reales y cocoteros.
Respiré por primera vez
el aroma de los
Cafetos en flor, el
azahar de los naranjos,
La dulzura de la caña
de azúcar.
Se dijo que robé un
pedacito de cielo para
Colorear mis ojos, el rubí
del atardecer
Para mis labios, un rayo de sol para mis cabellos.
Escuché de las aves en su incesante trinar.
Así experimente el
amor a la naturaleza en todo
Su esplendor, me maraville al ver el sol perderse
En el ocaso.
El rocío en las mañanas bañando montes y praderas.
El manantial brotando
entre las rocas corriendo incesante
En busca del mar.
Crecí pisando la
tierra, saboreando la miel de los panales,
Extasiada en la
belleza de miles de mariposas,
La dulzura de las frutas, aspirando la fragancia de las
flores.
Por carreteras, caminos
y calles viví los mejores años
de
Mi vida.
Disfrute de tus
incomparables paisajes de montaña,
llanos y playas.
Amé tus ciudades y monumentos, aprendí de tu historia y hazañas.
Canté y disfrute de la música, las fiestas
y excursiones.
Sobre todo sentí el
calor de mis coterráneos en su sonrisa franca
Y sincera.
¿Cómo olvidarte aunque lejos me encuentre, mi
cuna, mi tierra
Querida la que tan amorosamente me cobijo tantos años?
Con un hondo suspiro grito: ¡Dios bendiga mi Cuba!
Madrid, 25 de
septiembre de 1019
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