14 febrero 2010

EL CARNAVAL SANTIAGUERO

Estampa del que yo conocí.

Famoso en el mundo estero es el carnaval santiaguero, de cada rincón del país y algo más allá, viajeros vienen y van a disfrutar de el más espléndido carnaval.

¡Qué bullicio! ¡Qué alegría! y … ¡Qué calor! Pero de esta fiesta nadie se quiere perder.

¡Qué algarabía en las calles veo pasar cuando en un solo compás, arrollando va el pueblo lleno de vida y pasión!

Se confunde el negro bembón, el mulato retozón con el blanco perfilado. Todos van a divertirse y a gozar de corazón.

No importa la categoría, lo mismo el chabacano y vulgar, que el famoso profesional, el intelectual el artista, el bodeguero, el carretillero, la rubia, la mulata, la negra carabalí Para divertirse todos estamos aquí.

De balcones y corredores, ancianos, jóvenes y niños, corren a una sola voz: - ¡¡¡Ahí viene la congaaaaa!!!.

Al ritmo inconfundible de la corneta china, el güiro y el tambor, no hay cuerpo que no se estremezca, ni pies que permanezcan quietos, las caderas parecen convulsionar, los brazos se agitan y el corazón palpita, la alegría es contagiosa, todos se van a arrollar.

¡Qué calor! ¡Qué sabor! ¡Mi conga no tiene igual!

Los cuerpos sudorosos se mezclan con e l penetrante olor y el perfume de importación, no importa, lo que quieren es bailar y disfrutar este rico carnaval.

Con lujuria y alegría, todo un pueblo va detrás de los tambores batá, que repiquetean sin cesar – pi, piquiti pi, piqui pi qui tá.

Alegres a la vuelta de una estrecha calle, se escuchan unos inconfundibles compases: - ¡¡¡Ahí viene La Placita!!!

Corren a su alcance, hasta los que con ciertos escrúpulos han dejado a otras comparsas y paseos atrás. Les gusta el sabor a pueblo de las congas, pero muestran algunos recelos en mezclarse con tanta gente popular y vulgar.

¡Ya viene el famoso paseo! Tradición y fantasía año tras año, con elegantes atuendos desbordan imaginación y colorido, realizados por los mejores coreógrafos y diseñadores. ¡Qué bellas muchachas! ¡Qué jóvenes tan apuestos lucen sus trajes de brillantes colores! Al compás de pendones, farolas, en cada baile van marcando el paso, una obra de arte, los vestidos, el maquillaje y adornos, cada detalle.

¿Quiénes se resisten a esa música llamativa, tan bien ejecutada, esa forma de bailar sin igual en ningún otro carnaval? Los pies se mueven en cadencioso compás, se ejecuta cualquier ritmo: el zapateo, el punto guajiro, el mambo, pilón, que la rumba, el danzón que el sabroso cha cha cha, ya sea de aquí o de otras tierras lejanas, La Placita tiene eso, es contemporánea, además que interpreta cualquier genero foráneo.

Año tras año se disputa el primer lugar, ya que es difícil igualar la belleza, maestría y colorido de lo que es una hermosa e histórica tradición, que parte del corazón de lo mejor de esta ciudad, los que con esmero y pasión ponen al alma en cada actuación. La Placita es orgullo de la urbe, ¿Quién se resiste a permanecer quieto cuando este bello paseo va calle arriba, calle abajo, no queda joven ni viejo que no le vaya detrás exclamando con placer: ¡Que rico¡ ¡Que sabor¡ que brota de los tambores y la corneta china, la sangre hierve y el cuerpo no puede evitar correr, bailar y arrollar en heterogéneo grupo, todos hermanados en un solo compás. Los pies se deslizan por el pavimento al ritmo de los tambores, las suelas de los zapatos arden y el cuerpo se contonea sudoroso, se busca la fría cerveza, ya sean Hatuey, Polar o Cristal, que en todos los kioscos no pueden faltar, la toalla sobre el hombro va a mitigar el calor secando y echando fresco.

Apretados pantalones y provocativos pull-over lucen las féminas y los ojos masculinos admiran cada contorno, las curvas provocadoras, los senos saltarines de cada santiaguera, también están de fiesta, junto a hombros y caderas, piernas y muslos. Todo el cuerpo está jadeante, ¡Que rica está la fiesta¡ ¡ Que bueno está este paseo¡
Vamos todos a bailar!

Detrás…La Kimona, cantando sin cesar.- ¡Vamos a la Kimona, vamos a arrollar!

Creando sus ejecuciones, luciendo y girando sus estandartes llenos de colorines, viene paso Franco, detrás Alto Pino, Los Hoyos, San Agustín, San Pedrito, La Carabalí Izuma, la más tradicional del Paseo de Martí.

Paseos y congas, variadas comparsas, y las máscaras a pie.

¡Ahí viene Yayo el capero¡ Cada año luce su capa multicolor, ¡Que belleza, qué fulgor¡ cada vez la trae mejor, bordada en brillantes lentejuelas sobre raso, nadie la puede hacer superior, arrolla y abre la capa al compás de la música mostrando su maestría pasa frente al jurado a ganar el primer lugar, eso no tiene discusión.

En cada calle hay alegría ya está el pueblo en carnaval. Se disputan en franca competencia los premios y galardones, los que mejor adornen sus calles con guirnaldas de múltiples colores, paisajes típicos en las paredes y murales, hagan derroche de imaginación.

¡Qué tiene esta hermosa ciudad oriental? ¡Qué sortilegio posee este carnaval? Es algo maravilloso, singular y sin igual, es la mezcla de la sangre africana, española, china, árabe, francesa y todo lo demás que se le quiera añadir. Goza de la dulzura de la caña, el sabor del café, la miel, el tabaco y el ron, posee todo el calor del ardiente sol de esta tierra tropical, hechizo, magia, amor, la rica estampa del mejor folclor.

Desde lo alto de una amplia vía se escuchan un rítmico tambor y una voz que grita jubiloso:- ¡Negra, vamo a arrollar!ª Es el santiaguero innato que se come las letras y no pronuncia las eses, guapetón, símpático, jovial y amistoso, lo mismo compone una melodía, que un sabroso dicharacho.

U n pregón viene desde la punta de una empinada loma: ¡Ayaca caliente, con picante y sin picante, vamo a ver!

¡Ricos pasteles de carne y de guayaba, calientitos, no te lo pierdas vecino!

¡Maní tostado, garapiñado, toma tu cucurucho! ¡Deléitate! ¡Acabaditos de tostar!

El santiaguero campechano siempre tiene u n piropo a flor de labios: ¡Negra! ¡Si cocinas como caminas…

Al doblar la esquina se escucha una alegre tamborera: ¡Quiero cocaleca, dame cocaleca, vamos a la playa que la marea está seca! Es una conocida melodía que nunca puede faltar en este carnaval.

Por las calles y avenidas la música contagiosa trae el caballito de palo, con sus alegres colorines a los niños quiere asustar, dando saltos al compás de una pegajosa y popular melodía.

¡Qué carrozas tan hermosas de la cerveza Hatuey, la Coca-Cola, Cristal, La Polar, varias marcas de cigarros y muchas más, con modelos estupendas, no hay quien las supere en juventud y belleza

¡Ya vienen los muñecotes! Grita la grey infantil. Con grotescos mascarones de un lado a otro van, con sus grandes cabezones y ropaje estrafalario bailando siguen hasta alcanzar el jurado en busca de algún premio.

Se desbordan las calles, en los parques el bullicio es general en espera del próximo espectáculo.

¡Qué alegría! ¡Qué calor! ¡Llegó el carnaval! Jolgorio para todos. Hay quien disfruta en una adornada calle de su música, de la ayaca y el congrí, el chilindrón de chivo, el enchilado de cangrejo, o el ñame con bacalao con la jacarandosa cerveza bien fría, bailando con su pareja al compás de un buen grupo musical. Otros plantan en la puerta de su casa un cubo con cerveza y comparte con amigos y vecinos “La nota que lo embeleza”

Por la amplia Trocha un mar de gente sube y baja incansable, se detiene en cada kiosco, de ambas aceras, derroche de imaginación en los bellos improvisados comercios, muy bien construidos, pintados, adornados, donde se bebe, ríe, goza y baila con la música que brota por todas partes.

¡Vamos detrás de” La Salaá”.(1)

Se abren paso entre la multitud de juventud, que con los ritmos calientes de un merengue caribeño, no hay quien no se le quite el cansancio y el sueño, aunque sea de madrugada y suben y bajan la bulliciosa calle a un solo compás bailando y cantando en multitudinario coro.

El sudor baña sus cuerpos, no falta la mano galante, que el pañuelo ofrece en gesto elegante a la dama de su elección, lo pasa por el rostro brillante, le regala una amplia sonrisa en prueba de aceptación.

Santiago está de fiesta, es una alegría perenne, muchos caminan de prisa, como si quisieran abarcar los días del carnaval por todas las calles que van a pasar. No faltara el ciudadano atento y servicial que con una amplia sonrisa le de la bienvenida al forastero, estar aquí, es como en su casa, para no perder el lema:”Rebelde ayer, hospitalario hoy y heroica siempre”.

Por doquier transitan las hermosas carrozas, cargadas de mujeres preciosas, luciendo el esplendor de sus atuendos, bailando con emoción. Muy vistosas lucen la reina y sus damas de honor, coronadas de alegría, color y fantasía en una gran policromía.

Algunos buscan mayor espacio y van para la explanada de Carretera del Morro, en la tarima, los mejores grupos musicales de la ciudad y otras regiones amenizan la fiesta hasta el amanecer. No faltan los “Guapos” y los maridos celosos, que de vez en cuando arman una tumultuosa bronca, que hace correr despavoridos a los presentes, pero estamos en carnaval, la sangre no llega al rio y la fiesta prosigue con todo su fulgor.

Sigue incansable la diversión, las gargantas resecas reclama por una cerveza, la bebida santiaguera más popular.

Los hay quienes su fiesta quieren realizar en un ambiente apacible, se van a Alturas de
Versalles y entre familiares y amigos disfrutar su carnaval, no les gusta el bullicio, el excesivo calor y en tranquilidad y amplitud celebrar al compás música suave y tradicional.

Otros muchos van de Trocha a Martí, pasando por Rabí en “La calle de los recuerdos” y deleitarse con las melodías de Barbarito Diez, bajar la Escalinata de Padre Pico, encontrase con los amigos, para después dirigirse a Santa Rita, “La calle de la juventud”, de ahí a Santa Ursula, encaminarse a la calle Trinidad, San Pio, subir hasta San Agustín, bajar al Paseo Martí y allí también deleitarse con la música, los numerosos kioscos, tomar hacía Avenida de Garzón y recrearse en la belleza de las calles del Reparto Sueño, desde calle I, calle J y finalizar en la más popular. Calle K. Ya casi a media noche continuar su periplo y finalizar en la Explanada de Ferreiro, refrescar con “La fría” y de vez en cuando ir detrás de una conga deslizando la cutara.

En el centro está situada una enorme carpa, estilo cabaret.

Allí la flor y nata de esta famosa festividad.¡Qué alegría! Estudiantes y profesionales se confunden con el obrero, todos dispuestos a saborear con placer hasta el último minuto,.Está la joven culta y fina, el gallardo mozalbete ríe, baila, enamora en una noche ardiente y sensual. ¡Cuantos romances surgen al compás de la música, que incansables tocan y cantan desde la improvisada tarima selectos grupos musicales!

Se reúne un pueblo alrededor de su carnaval, el de la regia mansión o la humilde cuartería. Vienen de todos los barrios elegantes y pobres, las poblaciones cercanas, en jeep, camiones, adornados con pencas de guano.

En las sociedades hay grandes bailes de disfraces, en los jardines de la cervecería Hatuey, el entusiasmo es contagioso y no hay nadie que no salga a moverse con ritmo de una melodía.

Ya las estrellas se apagan y la luna se va a descansar, por el oriente el tímido astro rey asoma su cara siempre redonda y dorada, aunque muchos no quisiera n la fiesta terminar, caminan por la calles tapizadas de confetis y serpentinas multicolores, van alegres de la juerga, tarareando una canción, las fuerzas va a reponer, para poder disfrutar de otra noche de carnaval.

Así pasan veloces los días de las vacaciones y la holganza, unos van para sus casas, otros para las playas o el campo a recrearse de los últimos días del verano.

Recuerdos inolvidables ha dejado este carnaval, pronto el año ha de pasar y vendrá otro julio en que de nuevo se pueda disfrutar con mucho regocijo de esta tradición, orgullo del santiaguero y de esta región oriental.

Santiago de Cuba, julio de 1960

(1) La Salaá, carro altoparlante que recorre Trocha arriba y Trocha abajo con música grabada, especialmente merengues, guarachas y congas.

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