27 noviembre 2021

MI HERMANO EN LA CARCEL

 Este hecho que  solo ocurre en un sistema comunista donde las cosas más simples son delito, paso a relatar lo ocurrido a mi hermano Saturnino Rodríguez Rodríguez el día 31 de diciembre de 1962. Como todos los años  mis padres preparaban una cena  familiar. Ya escaseaban los productos, trabajosamente mi padre había conseguido un cerdo con la idea  de asarlo en el horno de  su todavía panadería  ”Titán”. Solo faltaban  las viandas,  casi siempre ñame, que se acompañaba con  congrí y ensaladas. Ya  éstas no se encontraban por ninguna parte. Providencialmente nos visitó Alfonso Ochoa, más conocido por ”Peligro”, este  había estado alzado junto a mi hermano en la Columna 9 dirigida por el Comandante Hubert Matos Benitez, este se  ofreció para  ir a una finca de un tío  por Alto Songo y traer ñames para las dos familias, saber que  en fecha reciente y  muy poco publicada  por gobierno actual se había firmado la Ley  1035 de INRA (Instituto Nacional de Reforma Agraria) y  que solo se podía  transportar  20 libras de cualquier producto del agro.

Al pasar  por el poblado de Alto Songo en su coche marca Dodge, de color amarillo claro, es  detenido por la policía y al regístrale el maletero, le ocupa  el saco  con la viandas y lo traslada al Vivac como detenido,  decomisando auto y  vianda y sujeto que para gozar de libertad debía depositar una fianza de 1,000.00 pesos.

“Peligro”   sale  inmediatamente y  se dirige a nuestra casa avisarle a la familia de lo sucedido. Mi padre, coge su coche y dinero en mano se presenta en la  comisaría, donde se le informa que mi hermano  está sujeto a un juicio y no se le devuelve su coche. Al pagar la fianza  goza de libertad provisional.                                                                      

Por supuesto, con este suceso no hubo cena de navidad y seguimos expectantes en espera del juicio. Mi padre se personó días después  a solicitar una entrevista con el juez Modesto Bell Badell, para  tratar de ver cómo enmendar aquella causa, ya que mi  hermano era un combatiente de la lucha clandestina y del ejército rebelde y no un vulgar traficante y si cometió ese delito, fue por desconocerlo.  Ëste le manifestó que no había problema. Todo fue  mentira  y el día  11 de febrero de 1963 es citado para el juicio, Fueron como testigo que mi  hermano no se dedicaba a la venta de viandas, que trabajaba hasta  perder el coche trasladando a técnicos extranjeros, que habían venido de Checoslovaquia y estaban hospedados en el Motel Versalles y prestaban sus servicios como técnicos en la Refinería “Hermanos Díaz” (Antigua Texaco).

Estos fueron los testigos:

Alfonso Ochoa, Ramiro Gondes, Hermes Leyva, Luis Rey, Ismael Sánchez, José Ulloa, Saturnino Rodríguez Dominguez, Carlos Sánchez, Rafael Daquín,

 Abelardo Dominguez, Luis Gondes, Luis Mesa,  y Ramón Ferrer.

Todos  manifestaron que mi hermano  no se dedicaba a ese tipo de  actividades. De nada  valieron  estos testimonios, el juez dicto sentencia de 180  días de prisión en la Cárcel de Guantánamo y el decomiso de su coche  que jamás se volvió a ver. Se le inculpaba  de Delito contra la  economía popular.

 Como firmantes de la sentencia: Emidio León Batahille y Juan Manuel Hernández.

Mi padre llegó a la casa con la infausta noticia muy compungido y se le comunicó que tendría visita en la cárcel los jueves y domingos.

Allí en una celda  común con muchos  presidiarios, algunos hasta  asesinos, fue confinado mi hermano,  como comida  le daban a comer espinas de bacalao y boniatos, lo que  le produjo una úlcera gástrica.  No se permitía ningún alimento que tuviera  leche  y sus derivados, nuestras  primas Consuelo Macías  Rodríguez y Dagmar Novoa Rodríguez que residían en la ciudad de Guantánamo y sus esposos todavía tenían fincas lecheras, se le prohibió llevarle  alimentos lácteos.

En la  primera visita  fuimos mi padre, su esposa Margarita Godinez Bandera y yo, al ver las condiciones de mi hermano y decirme afligido:¡Sáquenme de aquí! Al regresar a la ciudad me di a la tarea de buscar un abogado.  Fui a un  bufete en la calle San Felix. (No recuerdo el nombre del abogado), pero me atendió muy bien y me manifestó que ya no se podía hacer nada, que tenía que cumplir la sanción, pero que presentara un recurso para cambio de  presión, o sea  a una granja estatal abierta, donde debía trabajar en el campo. Me hizo un escrito y rápidamente me  dirigí a Guantánamo y solicite una entrevista con el Jefe del penal y le entregué la carta. Un tiempo después y en repuesta  a mi solicitud, fue  trasladado a una Granja cerca del El Cobre, junto a un haitiano como jefe y custodio, el cual lo humillaba y hasta le escupía la comida. Allí permaneció  el resto de los 180 días de castigo.

Así es  como paga el régimen  sin tener en cuenta la trayectoria de una persona honrada.

Haydée B. Rodríguez  R.

Escrito en Madrid el día 23 de noviembre de 2021

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 Alto Songo

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