27 noviembre 2021

LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ O LO QUEDA DE BARRACONES

 

Relato

En la parte baja de la ciudad de Santiago de Cuba, que comprende desde  la  Avenida Trocha hasta la  calle, San Basilio atravesando por las calles Babastro, Teniente Rey, Santa Lucia, Santa Rita, San Carlos, Santa Rosa, Princesa y San Fernando, se encuentra la calle Carlos Dubois, más conocida por Barracones. Este calle tuvo un gran esplendor antes de 1959, por ser la más famosa zona de tolerancia de la ciudad, donde además de varios prostíbulos, existían prósperos comercios, tiendas de ropa como La Casa Cuadrado, La Primitiva, La Protectora, El Bazar Inglés, dos armerías  con salones de tiro al blanco, billares, farmacias, quincallas, peluquerías, tiendas de víveres, una fábrica de  hielo nombrada La Unión,  una fábrica de galletas del español Struch, bares, cafeterías, restaurantes y el hotel “Tres leones”

Aunque  se consideraba zona prohibida para  personas decentes, era muy frecuentada principalmente por el género masculino y ningún joven se podía catalogar graduado de hombre, si no había visitado uno de estos  elegantes y exclusivos burdeles,  donde hermosas mujeres ofrecían sus favores vendiendo sus encantos, además era muy visitado por  marines  yanquis y de otras nacionalidades que atracaban sus barcos en el puerto, de acaudalados y célebres personajes de los negocios y la política de todas la provincia y los demás visitantes del resto del  país.

Su calle lucían limpia, las casas bien pintadas, por el día  tranquilas y  apacibles, por la noche alegres  y bulliciosas, mucho tránsito de autos y transeúntes, hasta poco después del  triunfo de la revolución  de enero de 1959 en que  se dio fin a la prostitución autorizada. Es bueno señalar que a estas  mujeres se les exigían por el Ministerio de Salubridad, tener actualizado  sus  carnet  de salud.

A estas mujeres  se les ofreció un trabajo decoroso, pasar cursos de superación en escuelas especiales  como la Ana Betancourt donde aprendieron diversos oficios entre otras como muchas  que no tenían un nivel de escolaridad, se decía que casi todas procedían del campo, llegaban  a la ciudad en busca de una vida mejor, algunas como sirvientes o trabajadoras de bares y cafeterías, más tarde eran captadas por los  “Chulos”  o proxenetas por su belleza y juventud. Tuve la oportunidad de  conocer algunas, de ellas: Matrimonios o concubinato por hombres que en realidad se enamoraban de ellas, como la hermosa y conocida por Amapola, una mujer bellísima, aún en sus  años  maduros la conservaba, la que un joven aún imberbe se enamoró locamente y rompiendo  con toda la muy austera y conservadora  familia se casó con ella, convirtiéndola en una “Honorable señora” para toda la vida. Otras no tuvieron esa  suerte y siendo blancas, rubias y de ojos azules no les quedó otra alternativa que  juntarse con mestizos o negros. De  esa forma se integraban a la nueva sociedad a las buenas o las malas, algunas  se quejaban que hombres  ricos se las llevaban como un trofeo de vacaciones y regresaban cargadas de dinero, con lo  cual podían sostener su familia y darles estudios a sus hermanos menores. Conocí en 1953  una muy bien vestida y recatada pasar todas las tardes por  frente a la casa de  mi  familia en calle C del reparto Sueño y mis  jóvenes primos decirme en secreto que era una prostituta de la zona. Otra  desdichada  nombrada Lolita, no quiso continuar en esa  vida y  optó por  trabajar de sirvienta. También muchos  empleadores  se aprovechaban de su pasado ofreciéndoles  lo que nunca le dieron, así la infeliz Lolita salió embarazada, viéndose  rechazada y  expulsada  de la casa, se vio precisada a  hacerse un aborto ,poniéndose en manos de inescrupulosas  comadronas,  cogió una infección y murió.

En esa época se escuchaba un chiste de una  supuesta ex prostituta que había  ido al hospital a una consulta médica por padecer una fuerte  afección gripal .El médico  la examinó y pregunto: _ ¿Usted esputa y ella le respondió: Era antes,  ahora soy de la FMC (Federación de  mujeres cubanas)

Con el paso del tiempo,  desapareció  por completo Barracones, como Zona de tolerancia, para convertirse en una  barrio insalubre, plagado de cuarterías de los que fueron  grandes edificios y hermosas residencias, hoy en ruinas, sus calles rotas y  encharcadas de  agua y  fango, sus fachadas sucias, despintadas,   ya muchas divididas por la escases de viviendas   y llenas de escombros y basuras. Los comercios  en su mayoría  han desaparecido y una de las más importantes tiendas  “La Casa Cuadrado” (Supuestamente el  apellido de su dueño) hoy le cambiaron el nombre por “La Campana” es la única que queda en su género, era muy amplia, con portal a todo lo largo, vidrieras de cristales y espejos, mucha iluminación  con lámparas  dobles de 40 wasst de luz fría, solo le queda una pendiendo de una cadena virada, como un barco que se va a pique, las paredes mugrientas por la falta de pintura y una buena  limpieza, los pisos antes relucientes  lucen sin brillo,  las dependientas  con sus rostros apáticos, apenas  atienden con cortesía a los  pocos  supuestos clientes de la venta de ropa  descolorida y pasada de moda, cajas con botones, que tampoco tiene un uso práctico, pomos de legía y  salfuman  y alguna que otra cosa de poco interés para los clientes que se  aventuran a buscar algo que ya no  existe,   Sus escaparates vacios con alguna  propaganda política. El  portal con el falso techo  a punto de caer.  La oscuridad es deprimente.

Esta anteriormente ofrecía un extenso surtido, capaz de  satisfacer  los más exigentes gustos. En la actualidad es una ruina más que afea el  ya  deteriodado  entorno ,La oscuridad es deprimente, varias dependientas  soñolientas y aburridas , por  tener que permanecer 8 horas  sin apenas vender algo, se atreven a comentar  a sugerencias mías que la empresa de Productos Industriales que las dirige no se ocupa de dar el necesario mantenimiento  de esta tienda que el pasado fue la más importante de la zona o que tal vez se ha quedado…¿Cómo una reliquia?

Ya no existen aquellos comercios tan florecientes, que le daban vida a la zona. Por la calle mujeres y niños  harapientos , escandalosos, profiriendo malas palabras como desahogo a sus frustraciones,  alcohólicos y algún que otro que transita hacia su trabajo o las bodegas en el mismo estado de abandono a buscar la miserable cuota  por la Libreta de racionamiento, que al decir de muchos no alcanza ni para  los 10 días del mes, a razón de 5 libras de arroz de la peor calidad, sucio y partido y a veces con gorgojos y gusanos, 18 onzas de granos, puede ser frijoles negros (Alubias) llenos de tierra y piedras, 8 onzas de aceite de girasol, 6 libras de azúcar entre refinada y cruda, un paquete de café mezclado con chícharos de 4 onzas. La sal se alterna cada 3 meses, sucia y mojada. En las carnicerías, que casi ninguna  posee refrigerador, ½ libra de picadillo de soja, mal oliente, 5 huevos y 18 onzas de  pollo, por pescado, que  ya para esta fecha se elimino del consumo mensual. Las viandas y hortalizas frescas hay que buscarlas en puestos de vianda o en la Plaza de mercado. Ya no  se vende refrescos ni cervezas en las tiendas de víveres. La galletera Struch, ahora es de La Cadena del pan, a precios diferenciados, una barra de unas 12 onzas allí cuesta 3.50 pesos, los “Merolicos” (Vendedores ambulantes” las revenden a 5.00 pesos.

Perros flacos y sarnosos  deambulan  de un lado a otro en busca de migajas en latas de basura o algo que mi  mitigue su hambre.

Esta es la real y triste imagen de mi visita a esta parte de la ciudad, como otras muchas que han perdido su esplendor de épocas pasadas,  como la famosa Trocha, Paseo de Marti, Lorraine, Carretera Del Morro, Cuabitas, Enramadas, Aguilera, Santo Tomás, entre otras muchas.

Escrito por Haydée B. Rodríguez

En Santiago de Cuba

16 de mayo de 2006

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