27 noviembre 2021

EL RAMILLETE

 Por mi curiosidad de incipiente periodista me he dado a la tarea de  hurgar en el pasado de algunos lugares que antes fueron famosos y de no muy buena reputación a decir de “Las personas decentes” y de las cuales en mi juventud me estaban vedadas en la sociedad en que me tocó vivir, muy austera y conservadora de las ”buenas costumbres” y que  a mis oídos sagaces no escapan a pesar que “Los mayores las murmuraran casi en silencio”

Estos  relatos se  basan en las  cosas que existían antes de 1959, en que casi todo se  transformó y  cambió, hasta  los nombres de calles, parques,  avenidas y comercios.

En la muy transitada calle de Heredia esquina a Padre Pico  existía una hermosa edificación de dos plantas, Pude saber que había sido una  famosa Casa de Citas (Dónde iban las parejas de amantes a hacer el amor)

Esta se encontraba  frente a la Plaza de Mercado, bajando la calle Heredia a la derecha, a la izquierda una bodega y frente a esta por el costado de Padre Pico la fonda de chinos Orense.

Ya en los años 90 y como  Periodista Independiente, además de  transmitir noticias a  emisoras y prensa escrita de La Florida, escribía Estampas  Santiagueras, un género que resaltaba la vida cotidiana de la ciudad y en que muchos se veían representados, algo muy original. También me dediqué a resaltar cómo era la ciudad antes de 1959.

Por lo antes expresado un día  me di a la tarea de saber más de lo que fue “El Ramillete” y sus orígenes y actividad anterior. No exenta de riesgo  e incomprensiones   subí con cuidado las desvencijadas escaleras de madera en muy mal estado y peligroso ascenso, muchas habían desaparecido, otras rotas, Ahora  era  una cuartería o casa de vecindad, donde vivían más de 20 núcleos familiares hacinados en habitaciones, convertidas en apartamentos, con cocina y habitaciones estrechas, poco ventiladas y en total hacinamiento, Con un baño común. Algunos se atrevieron a  facilitarme la entrevista y contarme sus penurias y el abandono total del el gobierno y me mostraron las partes hundidas y el inminente peligro de derrumbe. Unos cuantos vecinos ya hastiados de tanto abandono  se acercaron a mí y me ofrecían información hasta que  una de ellas alarmada me  instó  a marcharme, un chivato (Delator) le había  avisado al presidente del Comité de Defensa de la Revolución (C.D.R.) mi presencia e intenciones. Baje con sumo cuidado y sujetándome de la baranda, que tampoco estaba muy buena, ya en  la calle me sorprende  el aparente presidente, por lo que rápidamente traté de alejarme del lugar, por su forma no venía en razón de buenos amigos.  Doblé Padre Pico y me di cuenta que me seguía, por lo que paré el primer motor tripulado que  pasaba y rápidamente  me alejé del lugar. Ya no podía seguirme. Al motorista por precaución lo hice dar varias vueltas antes de quedarme en mi casa, en caso que hubiese logrado cazarme.

 

EL BLANCO Y NEGRO

Este  era otro lugar que no escapaba a mi curiosidad, era una  edificación de  2 plantas, pintada de amarillo y bajando la calle Enramadas, muy cerca de La Alameda Michaelsen, se decía que era una especie de  cabaret donde  los hombres (Solo el género masculino tenía entrada allí) Previo el pago de la admisión, para poder disfrutar del espectáculo y acceder a las bebidas alcohólicas que allí se expendían, había  a la entrada un departamento  donde  ese les ofrecía un perchero y se  dejaba la ropa. Así que los parroquianos entraban  totalmente desnudos, de ahí surgió la frase: “Baile de percheros”

Ya dentro del local, música bailable y  hermosas  mujeres, también desnudas dispuesta a bailar, era como una clase de baile.(No tengo conocimiento que hiciera otra cosa)

Por supuesto, esto no estaba permitido a menores de edad, solo adultos. Yo sutilmente escuchaba estos comentarios ávida de conocerlo y en mi mente haciéndome la idea de lo que allí se ofrecía.

Este local también desapareció a partir de 1959, solo queda de él  la leyenda de lo que fue.

HAPPY TEAM BAR

Este  bar se encontraba en la esquina de las calles Enramadas  y Corona. Yo  aún adolescente al salir de la escuela o de Enramadas siempre tomaba una guagua en la parada existente en la calle Mariano Corona entre Enramadas y Aguilera. (Había  una parada en cada esquina, a un costado del banco)

Mi padre un día me dijo que  no cogiera la guagua en aquella parada, como dice el dicho: “La  curiosidad mató al gato” quise  saber el por qué de esa medida y por supuesto, me dio  por mirar  hacía el bar y el por qué mi padre me prohibía estacionarme allí. Lo que  pude observar me causó horror. El  bar  con una música estridente ofrecía el espectáculo de ver a marines yanquis con las camareras  sentadas en sus piernas y al  parecer  ebrios. ¡Razón tenía papá, eso no lo debía ver una niña!

LAS CASAS DE CITA

Las más famosas entre otras eran la del mulato Chapela, ubicadas en aquellos años 50 en el kilómetro 6 de la Carretera Central, en Mariana Grajales, rumbo al barrio de “La Risueña” y  otra por la  carretera que conduce al aeropuerto, a la entrada de Aguadores. Estas  algunas existen donde amantes, adúlteros  y adúlteras  van  a saciar sus deseos reprimidos. Muchas  a la entrada se cubren el rostro con el fin de no ser descubiertas, lo que  se consideraba un atentado a la moral y las buenas costumbres.  Ha  ocurrido que jóvenes  han sido engañadas y al verse allí se han negado a entrar  y se ha formado tremendo escándalo, lo que los  encargados de  darles entrada no lo han permitido. Viviendo en  la Carretera Central en el kilómetro 5 /1 vimos  desde la altura en que se encontraba la casa a una joven semi desnuda y dando gritos de auxilio y mi padre corrió en su auxilio, el seductor la perseguía desde su auto y entabló una fuerte discusión con mi padre, que se le enfrentó  aludiendo que él tenía hijas y que no le iba a permitir ese abuso, La llevó a la casa muy nerviosa y llorosa, decía que  lo creía su amigo y la  había engañado, le dimos ropa y mi padre sacó su coche y la llevó a su casa.

Otra de las conocidas casas de cita, es una que se encuentra en la Carretera Central, frente a calle 4ta.  Del Reparto Sueño, llamada Casa Lajas. También mi padre  me tenía prohibido pasar por esa acera.

Si había otras en la ciudad, lo ignoro.

Recuerdos de Haydée B. Rodríguez R.

Madrid,  24 de noviembre de 2021

 

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