Estampa santiaguera
Alrededor de la mesa de la cocina, se encuentra el núcleo
familiar compuesto por Rafael, su esposa Eulalia y sus dos hijos Felito y Lalita.
Todos ansiosos a que Lala termine de hacer el almuerzo y no
cesan de preguntarle: _ ¡Falta mucho!
Ella algo molesta les responde:
¿No pueden esperar a que sirva la mesa? ¡Caramba parecen auras alrededor de un muerto!
_ ¡Mamita, afloja! Le dice el hijo en tono jocoso. Mientras Rafael se queja_ ¡Vieja, tenemos hambre! ¡ Mira
la hora que es! Casi las 2.00 de la tarde _ ¿Y qué
quieren ustedes? soy sola para todo, tuve que ir a ver si había llegado algo a
la carnicería, la bodega, el mercadito y… ¡Nada! Todo vacio. En estos 10 días
del mes solo han vendido por la Libreta de racionamiento los mandados del mes y
pare de contar. Después tengo que atender al que llega a la puerta, lavar
algunas cosas, pasar el trapo a la casa,
porque ni frazadas de piso hay. Después ponerme a cocinar o qué inventar
qué hacer. Los frijoles que vendieron
este mes ¡Por favor, son durísimos! Si
les digo que los he tenido más de dos horas en la olla de presión, que si me descuido
me acaban con el gas de la balita y si los pongo en la hornilla eléctrica la
corriente me sube un montón.
¡Vamos vieja, no hables tanto y acelera, que no aguanto
más! ¿No hay por ahí un pedacito de pan
para entretener el estómago?_ ¡Qué
gracioso me ha salido mi hijo! ¿De dónde sacar pan? ¿No te lo comiste esta
mañana en el desayuno? El joven mueve la cabeza en gesto de qué se le va a hacer y comienza a
jugar con los cubiertos tocando sobre los vasos. Lalita la intelectual, como le
dice el hermano, se ajusta las gafas y aprovecha
el tiempo leyendo un libro, absorta a todo lo que pasa a su alrededor.
Finalmente Lala le sirve un plato a cada uno, pone la
ensalada de tomates y lechugas en el centro de la mesa, saca del refrigerador
la jarra de agua y se sienta a la mesa. _ ¡Felito! ¡Si me descuido me dejas sin
ensalada! _Perdona mamita, es que me gusta tanto el tomate y la lechuga… -Pues para que estés claro, esa
ensalada que ves ahí me costó 10.00 pesos
el maso de lechuga y a peso cada tomaticos, los más grandes son más caros. No sé a dónde
vamos a llegar, si te digo que ser ama de casa en estos tiempos es una locura.
Lalita interviene en la conversación ¿Ves? ¡ Por eso no me quiero casar! ¡Los fósforos! _ ¿Y qué piensas, quedarte pá tía?
Le dice la madre a lo que ella responde:
¿Qué pa tía de qué? Ya eso no se usa,
ahora se tienen amigos ¿Sabes? _ ¡Lalita, respeta a tu padre! Este la mira con
gesto severo, ella no abre la boca.
Felito ha devorado el plato en un dos por tres con
apetito voraz y le pregunta a Lala ¿Mamita, no queda algo en la olla? Como
repuesta la madre le responde_ ¡Ven acá mi vida! ¿Acaso tienes una solitaria en
la barriga? Te puse el plato más grande y … ¿Todavía tienes hambre? A propósito
¿Qué esperas para traer tu cuota de
libreta de casa de ex mujer? Ellos se la están comiendo y aquí fíjate, somos 3 en la
libreta, que son 18 libras de arroz para un mes, que es a razón de unas 11 tazas por cada 6 libras, que multiplicadas
por 3 dan 33 tazas y aquí se están
cocinando 2 diarias, que son 60 tazas al mes y si éste trae 31 días, serían 32,
por lo tanto ¿Cómo va a alcanzar? Por lo
sumo 20 días, si acaso, así que busca tu cuota o sal por ahí a ver si
encuentras antes que llegue el fin de mes que escasea y se pone más caro ¿sabes? Pues cuando no tenga qué cocinar, me desaparezco
de aquí, ya que no soy Dina la que hace magia en la televisión. ¡Hay mamita! ¡tú
siempre sacando cuentas, que bien se ve que estudiaste economía! _ ¡Ah! ¿Qué te
crees tú que hay que ser economista para saber cuándo te va a alcanzar el
arroz? Di tú que tu papá está haciendo dieta, se puso gordo después que se
jubiló y comenzó a hacer trabajos de electrónica por cuenta propia y todo lo
que ganaba se lo comía por la calle en pizzas, bocaditos y refrescos. Tu
hermana, que es igual que yo, somos de poco comer. Dice Felito mientras comenta: Por eso las dos
están en la línea, se ríe de la delgadez de ambas ¡Sigue queriéndote hacer el
gracioso!
¡Cambia la conversación, Cuéntanos mamita cuando tú y papá
se conocieron! Ahora es ella la que sonríe y exclama: ¡Qué muchacho éste! Si ya
la sabes de memoria, que conocí a Rafael cuando la zafra de los 10 millones en el
año 70. Yo era tan flaquita, que no pesaba ni 90 libras. ¡Pero con la cara muy
linda! Expresa Rafael. Ella vuelve a reír y prosigue: _ Bueno, en medio del
cañaveral de el central Los Reinaldos, a pleno sol, no podía alzar ni 4 cañas,
tu papá fuerte y joven, las cortaba con una rapidez increíble y después venía y
me ayudaba a hacer el bulto y lo llevaba a la carreta. Era tan amable… Después
en la noche en el campamento hacía
cuentos y cantaba, hasta que un día en
plena guardaraya me levantó en el aire y
me dio un beso. Así nos hicimos novios y
lo demás tú lo sabes. Ambos hijos los
aplauden y a ella se le humedecen los ojos. Rafael para cortar la escena le dice cariñoso: ¿No
hay por ahí un poquito de café? ¡Ay mi
viejo! De los tres sobres de 4 onzas cada uno para el mes, ya no
queda nada, tendré que hacer aunque sea
por la mañana cocimiento de menta o
cualquier cosa.
Pasan varios días y
Lala mira para el cubo donde deposita el arroz, ya se está acabando.
Ese día alerta a los hombres de la casa,
que deben buscarlo por dónde sea, no queda ni para dos días y les vuelve a
recitar la arenga que sin arroz ella no cocina y se pierde de la casa.
Por negligencia o porque no es fácil conseguirlo después de
la segunda quincena, el arroz no aparece. Ese día les advierte: _ ¡Fíjense
bien! Hoy cociné las 3 últimas latas que quedaban, hay que apretar, voy a
dejar la mitad para mañana, por si acaso
no hay por ahí esta tarde.
Pasa el día y ya por la noche Lala da un grito, está de muy
malhumor y pregunta: ¿Quién se cómo el arroz que tenía en el refrigerador para
mañana? Rafaelito sale de la cocina silbando
y Rafael se va a la calle presuroso. replica: _ ¡Esta bien, se lo comieron! allá ustedes, ya verán las consecuencias, sentencia
y no dice más nada.
Al día siguiente, al medio día, Lalita hs llegado como
siempre, se pone cómoda, coge un libro y la prensa diaria. Rafael va al refrigerador y se toma un vaso de agua.
Felito llega y pregunta: _ ¿Y mamá? Nadie la
ha visto, el padre le dice entono
tranquilo: Debe estar por ahí.
Al ver que pasa de la 1.00 de la tarde y ni rastros de
Lala, todos se preocupan. - ¡Dónde estará la vieja? No hay repuesta. Felito se
dirige a la cocina, en vano destapa las ollas, no hay nada cocinado. ¡Uh¡ ¡Esto
está malo! Exclama. Lalita se levanta e
instintivamente va a la habitación y ve un papel escrito sobre la cómoda, pisado por la
motera. Sale rápido ¡Miren esto! Felito
se lo quita de las manos y lee de prisa en voz alta.: ¡No me esperen! me fui
para la casa de mi tío Marcial a la finca” La Doncella” Allí tendré por lo
menos viandas y leche de vaca, no vengo hasta después del día primero. Lala
Con esta
noticia todos exclaman: ¡Mamita
puso pies en polvorosa!
Santiago de Cuba, 9 de mayo de 2001
No hay comentarios:
Publicar un comentario