24 marzo 2010

EL GRAN DESENGAÑO

¡Qué dulce sensación era creer
que me amabas, que significaba
algo en tu vida!

¡Con qué ilusión vivía cada atardecer
al volverte a ver!

¡Qué amaneceres tan maravillosos al
despertar junto a ti!

¡Con cuánto amor te complacía
en tus más leves caprichos!

¡Con cuánto orgullo caminaba a tu
lado por las calles de mi ciudad.!

Soportaba tus desaires, tu poco interés
en mi persona.

Sin querer darme cuenta que con el
tiempo tu fingido amor desaparecía.

Un día te quitaste el antifaz, con dureza
y sin piedad me declaraste que nunca
me amaste.

Que otra era la dueña de tu corazón y
pensamientos.

Hubiese querido morir, desaparecer,
pero ni a eso tengo derecho.

Mi vida, como la tuya, no es mía,
no sé cómo decidir mi futuro.

Soy como un payaso que finge alegría,
y trata de hacer feliz a los demás, aunque
se le desangre el corazón.

Sin embargo; como un perro que desanda
sin rumbo, me conformo con las migajas,
soporto tu desprecio.

Solamente con mirarte, me lleno, saberte
cerca, aunque lejano.


Trato de mostrar indiferencia, muchas veces
hago grandes esfuerzos para no acercarme a ti.

No quiero recordar como antes te besaba y
prodigaba mimos y caricias.

¡Créemelo, me cuesta mucho dejar de observarte,
desear sentir tu cuerpo junto al mío!

Como en esta vida todo pasa, sé que poco a poco
el desengaño irá matando lo que hoy siento por ti.

Serás para mí al igual que otros que tristemente
pasaron por mi senda, para que como las cuentas
de un collar, reventó el hilo y se esparcieron por el suelo.


27 de diciembre de un año cualquiera.

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