Estando en el culto dominical de la Iglesia Bautista “Dios es amor”
de Albufera 46 en Vallecas el día 23 de
junio de 2013 cuando la pastora Pilar Ladra oraba tuve una revelación como me
ha ocurrido otras veces, mientras por mi mente pasaba, lo dibujaba en un papel.
Veía a Jesucristo parado sobre una pequeña colina muy verde, él vestido de
blanco y su rostro resplandeciente, con sus brazos abiertos los invitaba a ir a su encuentro. A su alrededor numerosas
fuentes de agua fresca y cristalina brotaban, el cielo estaba muy azul.
Metros más abajo se
encontraban dos hileras de persona, unas a la derecha y otras a la izquierda
tratando de llegar hasta donde se encontraba Jesús, ambos grupos luchaban
entre pantanos profundos llenos de lodo, piedras, raíces de
árboles ya sin hojas y que se retorcían unas a otras, lo cubrían todo hasta más
arriba de sus cabezas. Los de la derecha
oraban y cantaban alabanzas, estaban con ropas limpias con sus brazos alzados y libres de ataduras y aunque debían
pasar por los numerosos escollos, caer,
pararse, avanzaban incontenibles hasta
llegar a la presencia de Jesús gozosos y sonrientes, el cual los recibía
también con mucha alegría.
Los de la izquierda lloraban y se lamentaban, apenas daban un paso, se caían y les costaba
mucho esfuerzo pararse, sus pies se enredaban entre las raíces y se hundían en
el lodo, sus brazos y manos
abrazaban ídolos, imágenes, amuletos, bolsas de dinero, joyas, imploraban a dioses ajenos su intercesión, sus
cabezas les pesaban de tantos malos pensamientos, maldades, maldiciones,
avaricia y cuanto mala acción habían
tenido en el transcurso de sus vidas, sus corazones abultados latían con tanta
fuerza como se fueran a reventar. Gemían
pidiendo compasión. Desde donde se
encontraba Jesús les habló:- “Hacedores de maldad, nunca los he conocido”.¿Cuántas
veces les hablé y enseñé a encontrar la
verdad y no me oísteis?
Madrid, 24 de junio de 2013
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