10 diciembre 2012

UN HERMOSO SUEÑO



¿Qué  misterios guarda la mente humana que se puede remontar a otras épocas y lugares siguiendo el hilo  de un sueño?

Para mí es inexplicable que a mi edad haya sentido en lo profundo de mi corazón arder  impetuosa la llama del amor.

Como siempre que tengo un sueño, me encuentro en Cuba,  en  mi ciudad y casa,  mi madre está presente, la veo como era hace muchos años atrás, activa, dulce, apacible,  participando en todo lo referente a eso que sueño.

En esta ocasión (madrugada del día 7 de diciembre de 2012 ) duermo   bien arropada en mi amplia cama de esta casa de la calle Peironcely  11, 4to.A en Madrid, tengo un hermoso sueño,  me veo como 40 años más joven que lo que soy en la actualidad. En un encuentro casual he conocido  a un joven como  me  han gustado siempre,  altos, trigueños, de porte muy agradable,  me es totalmente desconocido, en estos momentos debe tener unos 27 o 30  años de edad. En ese instante se ha encendido de pronto la  flama del amor, esa sensación maravillosa que experimentamos cuando el travieso Cupido   nos clava en el corazón uno de sus dardos.

Ha sido una atracción mutua, ambos sentimos la necesidad de la nos, de estar solos en cualquier parte y darle rienda suelta a nuestros sentimientos, sin importarnos  el qué dirán. Como me ha sucedido en la realidad muchas veces en mi vida, hay un gran obstáculo:- Es  más joven que yo, se positivamente que es un amor imposible,  los convencionalismos se imponen, aunque lo necesito y me hace sumamente feliz cada vez que lo veo y puedo disfrutar de su diáfana mirada, la sonrisa que me muestra cierta timidez. Me cautiva el color de sus cabellos, su piel que deseo acariciar, el temblor de sus manos, sus labios que desean expresar tantas cosas  que la emoción no le permite.  Floto en el aire y me  parece navegar sobre nubecillas de algodón,  creo escuchar la dulce melodía “Sueño de amor” de  Franz Liszt.

¿Me amarará  en realidad o seré como una estrella fugaz en el cielo de su vida que lo deslumbró por un momento? Esos pensamientos enturbian mi efímera felicidad.

Sin embargo no podemos prescindir de vernos, de escucharnos, aunque sea acariciarnos con la mirada, intercambiar una que otra frase, trasmitirnos nuestros mutuos sentimientos.

¡Qué sensación de placidez en cada encuentro!  Caminamos por  calles y parques sin cansarnos de nuestra mutua compañía, aunque no podamos ni tomarnos  las manos por miedo a las críticas.

 Como todo sueño, desperté, lo que hubiese deseado prolongar por una eternidad.

Pasaran las horas y los días y ese dulce embeleso me hará soñar despierta que todavía es posible  disfrutar en toda su plenitud a cualquier edad del amor, que es uno de los más bellos sentimientos que puede  sentir el ser humano.

Haydée  Rodríguez Rodríguez
Madrid, 7 de diciembre de 2012

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