Cuando ya no exista, quedaran mis
Más sentidos poemas, para recordar,
Cuánto pude amar.
Como un niño harapiento soñé con
Un costoso juguete, que solo alcancé a
Mirar a través de un grueso cristal.
Si tuve gotitas de felicidad, mi vida ha
Sido árida y colmada de soledad.
Si he tratado de regarla con mucho amor,
Se ha esfumado delante de mis ojos.
Por no ser amante de lo burdo, la sensibilidad
Y lo espiritual me ha dominado.
En mi existencia el amor fingido o el interés
Material no han tenido espacio.
He querido ser diáfana como la luz del sol,
Aunque la oscuridad haya ensombrecido mi
Andar.
¿Cómo recordarme en la eternidad?
A través de mis obras, con una oración, una flor,
Para admirar su belleza y fulgor.
Madrid,
Mayo 7 de 2010
22 mayo 2010
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