Ni la más bella primavera lejos de mi patria
Me puede devolver el color de mi tierra, sus
Verdes paisajes.
Extraño los cocoteros, cafetales,
Cañaverales, las altivas palmas reales.
Ausente de ella, no
me fascinan las
Hermosas avenidas, admirables edificios,
Los jardines primorosos, todo lo agradable que
El mundo moderno
puede ofrecer lo cambio por
Un amanecer cubano.
Los pregones callejeros, las melodías preferidas,
El calor de mi gente, poder paladear una taza de
Café, una fresca agua de coco, un mango de El Caney.
Lo doy todo por pisar mis calles y avenidas, contemplar
Mis campos y praderas, descansar bajo la sombra de un
Flamboyán, un
naranjo en flor, disfrutar las
multicolores mariposas volando de flor en flor,
el trino de los pájaros entre las ramas de los árboles,
Las cristalinas aguas de los ríos, sus tibias playas,
El refulgente sol emergiendo entre las montañas,
La luna plateada
despidiéndose de la noche.
Extender mis brazos y respirar el olor de mi tierra,
Poder llevarme en las pupilas para siempre cada instante
Que he vivido y soñado, los rostros de los que más
Amo, su compañía en
los ratos más alegres, cada detalle.
Nada puede ser más placentero que el calor de mi
Hogar, cada recuerdo, cada rincón, un viejo
objeto.
Todo perpetúa un pasado tan presente que nada
Puede borrar.
Siento un vacío en el pecho que no encuentro como llenar.
Suspiro, lloro, las
lágrimas inundan mi rostro, clamo ¡Tierra mía!
¿Cuándo te volveré a
ver? ¿No podré descansar para siempre
En el suelo que me vio nacer?
Madrid, 20 de abril de 2011